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Un incidente chusco

GILBERTO SERNA

Es algo que tiene que ver con el orgullo de un político que se respete cuando es pillado en una falta con una carga humorística. No sabemos bien a bien cómo hubiera respondido un político mexicano ante un hecho chusco como en el que inopinadamente participó una autoridad, nada menos que el presidente de Zambia, Rupiah Bwezani Banda, pulcramente vestido, de corbata azul rayada, asistiendo a una rueda de prensa cuyo desarrollo era a campo abierto, debajo de los árboles, teniendo la desgracia de sentarse en lo que era el presidium, cuando hablaba con los periodistas, precisamente en el momento en que un mono que merodeaba en las alturas empezó a arrojar orines. Ya se imaginarán que el líquido lo bañó en su chaqueta con una precisión increíble. Lo que tomó con un sentido humorístico excepcional. Los asistentes aplaudieron de buena gana, mientras sin reprimirse reían por el chusco incidente, que con gran donaire y picardía supo sortear el mandatario, que en ningún momento perdió el aplomo, sólo dijo refiriéndose al asunto "puede que éstas sean bendiciones", continuando con la ceremonia como si nada hubiera sucedido. O sea, dijo benditas, como lo que trae dicha y felicidad, lo que más bien fue una salida para capear el temporal.

Es obvio que no se bendice a las personas con orines, por lo que hay que pensar que se trató de algo diferente. Es seguro que el rocío de líquido, si se le quiere encontrar un origen esotérico, no obedece a otra cosa que a la Ley de gravedad en que la lluvia excretada coincidió, por razones que carecen de explicación, con el momento en que el político daba la conferencia de prensa, a menos que el mono haya sido domesticado para tal propósito lo que parece poco probable. Sería como pensar que el mandatario al frente del Gobierno del Estado de Sonora le hubieran hecho un embrujo, después de tantos dones que ha recibido; un mal de ojo proveniente de sus malquerientes. Un político como Eduardo Bours que se ha distinguido no precisamente por su ecuanimidad y buen juicio estaba en la mira de muchos a los que a lo largo de los años ha perjudicado, por lo que habría que pensar que ahora le están pagando con la misma moneda. Hay quienes opinan que en el mercado que lleva el nombre de su entidad, Sonora, en la Ciudad de México, dan buenas barridas con pirul para quitar las malas vibras por lo que sería aconsejable lo hiciera a la brevedad posible, aunque ya es tarde por lo que ve a sus aspiraciones de ocupar la silla de Palacio Nacional.

Lo mismo habría que decirle a Florence Cassez, de quien hizo una defensa apasionada Nicolás Sarcozy, mandamás francés, que quería llevársela a Francia para que allá cumpliera la condena de 60 años que le había sido impuesta por un tribunal mexicano, atendiendo al Tratado de Estrasburgo, que sin reserva alguna suscribió el Gobierno de México. Lo malo es que la gabacha no estuvo en Catemaco ciudad en la que pudo protegerse mediante un conjuro de los brujos, que ahí abundan, donde hubiera sido sometida a diversas prácticas sibilinas que le hubieran arrojado fuera los espíritus negativos, que al igual que el mono merodeaban en las alturas para arrojarle, ya no meados como al presidente de Zambia, sino potentes efluvios que le hubieran protegido del próximo 5 de julio, al que le estaba rindiendo culto el partido gobernante que a cualquier costo pretende recuperar el favor de los votantes, demostrando que en este país existe una estricta justicia basada en que el que la hace la paga. Quizá para la francesa aún es tiempo, pues pasando las elecciones puede recurrir a tribunales internacionales, previa una limpia con huevo, para que se haga su traslado sin las complicaciones de ahora.

Desde tiempos inmemoriales los políticos mexicanos han tenido su Paca, aquélla que descubrió, sin recurrir a cuestiones metafísicas, el lado flaco de las autoridades pretendiendo que con sus facultades de hechicera podía encontrar un cadáver enterrado clandestinamente en la finca de un político de polendas, concluyendo que los restos mortales que se encontraron eran del suegro de la pitonisa. Una burla que más adelante la llevaría a la cárcel. Desde luego se trataba de una charlatana que ganó muy buenos centavos engañando a sus crédulos clientes, a los que puso en ridículo a nivel nacional. Según rumores de personas comúnmente informadas, no hay político que no cuente con una sacerdotisa que lo libre de las influencias negativas. Al igual que los antiguos acudían al Oráculo de Delfos, para conocer el destino que le han asignado los dioses, los políticos acuden a la cábala, dentro de sus supersticiones, para atisbar con la ayuda de modernos arúspices, escrutando ya no las ánforas electorales sino las entrañas de las aves para conocer su futuro. Es la hora en que un político, que se precie de serlo, se proteja el próximo 5 de julio de un baño de excrecencias, portando un amuleto de la buena suerte, no importando que le motejen de fetichista. Un talismán tiene virtudes portentosas que los políticos no deben despreciar. Ahora que si no le da resultado no culpe a nadie de su mala suerte, pues hay salazones que ni yendo a bailarle al Señor de Chalma se quitan.

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