Los errores que cometieron los Guerreros contagiaron a las bailarinas que no pudieron poner bien la frase “Adiós Estadio Corona”. (Fotografía de Ramón Sotomayor Covarrubias)
Todo pintaba para una tarde noche de domingo en donde los Guerreros tuvieran una fiesta digna para el comienzo de la despedida de su casa el estadio Corona. Isaac Ochoa, un guerrero que venció la adversidad de una enfermedad que lo tuvo al borde la muerte, fue el padrino de comienzo de este torneo.
Un encuentro con viejos amigos como Fernando Ortiz que saludó a todos sus ex compañeros y al cuerpo técnico de Santos. El “Homie” Castillo lo hizo después.
Después del silbatazo inicial todo cambió. Los Guerreros se aplicaron en sus líneas, mientras que América tenía poco futbol colectivo. La defensa albiverde funcionaba como “relojito”, a pesar de las dudas que generaba la actuación de “Kanu” Santiago, quien se fue asentando en la zaga.
La primera de gol de Santos se acaba en un “ay” cuando incursiona Quintero y remata a “quemarropa” sobre Ochoa, remata “Mati” y se va por un lado el balón. El “Científico” se ve bien en la cancha, mientras que el “Homie” Castillo los nervios fueron traicionándolo.
El árbitro Arredondo se cargó un poco de tono amarillo, y en algunas jugadas se desentiende. Sin embargo el vio penal sobre Ludueña, que después anota El “Chato” Rodríguez, para que todos fuera felicidad en las tribunas.
“No cantes victoria” decía un entusiasta aficionado americanistas a sus familiares, “aún quedan 45 minutos”. Oswaldo es recibido con rechiflas por la porra americanista y su afición lo defiende.
“Aguas con Esqueda” dijo un aficionado, que no alcanzó su voz para que lo escuchará Guzmán. Y para muestra el primer gol azulcrema. Al perder el control del balón, los Guerreros tienen un gran problema que se recrudece con el segundo tanto de Salvador Cabañas.
Llegan los cambios albiverdes a destiempo, por lo que la celebración de los americanistas era merecida. Posiblemente la derrota no afecta mucho por que las expectativas con Santos son bajas. Pero duele la caída ante el América, que ahora ya se le compara con un “dream team” apenas con un juego. Una dura lección.