En diciembre de 1988, invitados por la directiva de aquel inolvidable Unión Laguna, encabezada por Jorge Duéñez Zurita, asistimos a la Convención del Beisbol Organizado, efectuada en ese invierno en la bella ciudad de Atlanta, Georgia.
Fue un viaje inolvidable, como lo fueron los otros que hicimos asistiendo a varias convenciones, aunque este tuvo algo muy especial. Primero, una mañana, mientras las pláticas sobre el beisbol se alargaban, decidimos hacer algo que anhelábamos.
Solitarios y preguntando nos fuimos hasta el lugar donde vivió Martin Luther King, porque en 1963, desde nuestra redacción, habíamos conocido el famoso discurso que emitía al mundo, hablando de “Yo tengo un sueño”, ganador del Premio Nobel de la Paz.
El lugar estaba alejado del centro, en un barrio donde predominaba la gente de color, y ahí varias personas al conocer que éramos mexicanos nos atendieron de maravilla y nos mostraron los recuerdos del gran líder y sobre todo su mensaje al mundo narrando su sueño.
Donde dijo: “No quedaremos satisfechos hasta que la justicia ruede como agua, y la rectitud como una poderosa corriente. Sueño con que mis cuatro hijos vivan un día en un país en el cual no sean juzgados por el color de su piel, sino por los rasgos de su personalidad”.
Ayer, mientras Barack Obama tomaba posesión como presidente de los Estados Unidos de América, evocamos las palabras de Luther King. Aquella vez tuvimos otra gran experiencia al cenar acompañados por Hank Aaron, el gran campeón de bateo, Memo Garibay y Duéñez Zurita.