Lo peor de todo es que no somos realistas y nunca nos hemos puesto serenos y tranquilos a analizar la realidad de nuestro futbol, una realidad que arrastramos desde hace muchos años y que por lo que se ve va para largo, sin intentar encontrarle solución.
Ya no duele tanto que nuestra Selección haya vuelto a perder, ahora contra la de Suecia, y conste que estos mismos europeos acaban de perder ante la selección de Estados Unidos, a la que vamos a enfrentar el 11 de febrero en tierras del vecino país del Norte.
Lo que duele es que no se quiera admitir que seguimos mal y de malas, solamente esperando los milagros y que los que se ponen la camiseta verde reaccionen por fin, aunque haya entre ellos gente no nacida en México pero con ganas de ayudar.
Hace 40 años, cuando empezamos a escribir esta columna, insistíamos en que se empezara a trabajar con las llamadas fuerzas básicas y nunca se hizo. Últimamente, ya por órdenes de la Federación Mexicana de Futbol, los equipos profesionales tiene que atender este renglón.
Y hasta en sus reglas han obligado a que se utilicen los jóvenes jugadores, poniéndoles tiempo que deben acumular, o de lo contrario serán sancionados y perderán puntos, como ya le pasó a algunos, mientras que otros cumplen en la última fecha.
Pero más a regañadientes que con ganas, pues lo que les interesa es ganar partidos y hacer como que impulsan sus fuerzas básicas, de donde siguen saliendo pocos elementos porque no tienen respaldo ni apoyo. De esto tenemos mucho que comentar.