Dice el viejo dicho que todas las comparaciones son odiosas, y es muy cierto, porque la mañana del pasado miércoles, mientras en el viejo Estadio Corona observábamos el accionar del Santos Laguna ante Gladiadores, nos vino a la mente la situación de nuestra Selección.
Y es que los Guerreros, que primero eran dominados en el campo de juego por los visitantes, al poco rato se convirtieron en los amos y señores del terreno gracias a un sincronizado accionar de su media cancha, donde "Lorito" y "Hachita" daban cátedra.
Todos los verdiblancos lucían alegres, contentos, disfrutando el encuentro, intentando de todo, y hasta poniendo algo extra en algunas jugadas. Y conste que el rival no era un flan, pues en los pasados torneos ha mostrado empaques.
Sin embargo no había presión alguna para ninguno de los rivales, y mientras los laguneros empezaban a adueñarse de las acciones, los de la tierra de las tunas fueron acusando enojo y la molestia no los abandonó ni aún cuando terminó el encuentro.
Nuestra Selección cada vez está más presionada, y ahora hasta Javier Aguirre; el técnico que trajeron para salvar la nave parece hundirse junto con ella con todos sus desatinos y sus "ocurrencias", y luego que atrás, donde están los de pantalón largo, no hay liderazgo que tranquilice.
En México hace falta un cambio en las estructuras dedicadas a manejar nuestro futbol, que llegue gente nueva, con otra mentalidad, para que primero ponga orden en la casa, la limpie, la acicale y luego se ponga a trabajar con un esquema muy bien delineado.
