Capitanear, saber dirigir el barco por mares procelosos, saberlo llevar a puerto seguro para bien de todos no es tarea sencilla y para el común de la gente. Liderar un país, una empresa o un equipo deportivo no es misión para el que fue el mejor, sino para el más capaz.
Herman "Babe" Ruth ha sido el mejor ejemplo. Como jugador fue el mejor, como manager no. Diego Armando Maradona ha sido llamado hasta un dios, como técnico tiene mucho que aprender. ¿Dónde está el secreto de los grandes líderes, capitanes o estrategas?
Estos no siempre son los más sobresalientes, ni los más guapos ni los más carismáticos, sino los que saben pensar diferente, conociendo primero a fondo los hombres a su cargo y secundariamente los rivales a los que irá enfrentando, pero ya dominando su propia área.
En México nuestro futbol avanza entre milagros, porque quienes lo dirigen no saben, no conocen y muchas veces son recomendados, así que escogen al vapor al primero que les recomiendan, llámense selecciones o equipos en particular.
Si contratan incapaces, de esos que asoman su nerviosismo y su incapacidad a cada momento, estarán perdidos unos y otros. Si traen a extranjeros con renombre pero con desconocimiento del medio, estarán peor. En síntesis, estamos perdidos.
En México todos son técnicos, pero hace falta una reorganización a fondo para establecer lo que se necesita para darle a la afición lo que merece y apartarla de angustias y darle poco a poco más espacio para que disfrute los deportes y no los padezca.
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