Sergio Bueno Rodríguez es un buen hombre, se le veía tranquilo y centrado hasta que en segunda oportunidad llegó a Santos Laguna. La vez anterior lo tratamos, esta no, porque es diferente. Algo le ha llenado de humo la cabeza y se lo está creyendo.
Y todo a pesar de que no tiene mucho de qué presumir. En el Invierno 2001 dirigió al Celaya, en la Apertura 2002 al Santos, en la Apertura 2003 al Atlas, al que llevó a la liguilla en el Apertura del 2004 y en el Clausura del 2005. Estuvo con Atlante en Apertura 2005.
Y hasta el Clausura 2009 tuvo oportunidad de volver a Primera con Santos Laguna. Así que lo mejor que ha hecho es con Atlas, sin conseguir título. Hoy, aunque tiene el gran apoyo de la directiva, está presionado por una afición que no es ignorante y sí exigente.
Sergio Bueno no es mal técnico pero le ha estorbado la soberbia que ha asomado con generosidad a poco de volver, ante su equipo y todo lo que lo rodea. Si fuera humilde y deseoso de seguir aprendiendo, respaldaría a Alejandro Irarragorri, que sigue dándole su apoyo.
Pero Bueno es como esos conductores que manejan usualmente un vochito y luego les dan un BMW, allá y aquí, y no atinan a manejar tanto nuevo botón. La directiva tiene que escarbarle como es el ambiente en torno a Sergio Bueno, especialmente con jugadores y pensar, pensar.
Ojalá que este joven técnico recapacite, se ponga las pilas, retorne a la humildad y se olvide de exigencias; las poses y los reclamos les queda sólo a los triunfadores, no a los que apenas hacen méritos, de esa manera todos ganaremos, especialmente el equipo y su gran afición.
