Si usted asiste hoy al partido Santos Laguna-Gallos Blancos del Querétaro tal vez sea la última ocasión en la que observará la alambrada que tiene el viejo inmueble y que separa del campo de juego a los aficionados, porque hay el deseo de hacer un experimento.
Si la afición tiene como gran ilusión tener un estadio digno de su querido equipo, el sueño dorado de los directivos que encabeza Alejandro Irarragorri es no sólo darles ese estadio, sino dotarlo también de todas las comodidades que se puedan agregar.
Y una de ellas sería quitarle las antiestéticas mallas que impiden una buena visibilidad hacia la cancha, pero para ello hará falta la correspondencia de los aficionados con un comportamiento de excelencia, sin arrojar objetos y mucho menos invadir el terreno de juego.
Ese lugar estaría pues destinado para la mejor afición de México, la de mejor comportamiento, la que sepa apreciar el gran adelanto que se quiere incluir en un estadio muy moderno, sin muros ni barreras, mucho menos alambradas.
Por ello se planea hacer un experimento. Después del partido de hoy quedarían solamente tres en el viejo Corona, ante Pachuca, Chivas y Pumas, los ideales para saber cómo se podría comportar la gran afición guerrera en un estadio digno de una gran Comarca.
El primero de noviembre la afición iría primero a la misa inaugural de la parroquia de Todos los Santos, en Territorio Santos Modelo, y luego regresaría para despedir al Corona en un partido ante Santos Laguna y los Pumas de la UNAM, después, todo indica, se tiraría el viejo inmueble.
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