Si este domingo, al presentarse las alineaciones del partido entre Santos Laguna y Pachuca, hay un gran aplauso, éste debe ser, con justicia, para Juan Pablo "Chato" Rodríguez, quien calladamente ha hecho méritos desde que llegó aquí para salvar al equipo de la Comarca.
Para empezar, desde su arribo se convirtió en uno de los pocos jugadores accesibles y nunca se negó a hablar, ni en las buenas ni en las malas. Después se puso la casaca verdiblanca y ha sido un auténtico guerrero. Hoy es pieza fundamental y cobrador oficial de los penales.
Pero no sólo eso, hay que verlo en las prácticas, esas tareas oscuras que la afición no conoce, donde el "Chato" pone su mayor esfuerzo para ayudar. Y ya en el partido hay que seguirle los pasos, está de medio, de atacante y de defensa.
Ese tiro de Gabriel Pereyra que detuvo, antes de concluir el partido ante Potros, fue definitivo para la causa santista, porque si hubiera entrado, quizá otra hubiera sido la historia, pero él se sumó a la línea defensiva y lo evitó con mucha oportunidad.
A Juan Pablo Rodríguez pocos lo toman en cuenta porque es callado, alejado del protagonismo y un auténtico profesional. Si Javier Aguirre revisa lo que ocurre actualmente en nuestro futbol, seguramente lo convocaría mañana para estar ante El Salvador.
Que este sea un modesto homenaje para Juan Pablo Rodríguez y su bonita familia, que vino a la Comarca Lagunera en busca de algo que merecía desde hace tiempo y que no obtenía pese a la honestidad de un hombre que se entrega en la cancha.
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