Los Laguneros hace muchos años no teníamos un evento tan rumboso como el de la inauguración del Estadio de Futbol, al que se le conocerá en adelante como Territorio Santos con el agregado del nombre de una conocida empresa que elabora una sabrosa bebida de moderación. Los que residen en el perímetro que forman once municipios de lo que es La Laguna de Durango y cinco municipios en el estado de Coahuila, así como simpatizantes de ciudades circunvecinas, gozarán de un inmueble deportivo de gran categoría que hará crecer en materia de turismo lo que se puede ofrecer a nuestros visitantes. Hay aficionados de hueso colorado de distintas partes de la República que nos acompañarán los días en que se celebren torneos de este deporte lográndose una derrama más de dinero que no había antes. Varios servicios crecerán alrededor de un complejo deportivo de tan gran magnitud. La Comarca Lagunera está de plácemes por la inauguración de un estadio que cumple sus más caras expectativas y cuya construcción se anhelaba desde hace algunos lustros.
Hace mucho que la región no hacía honor al lema de la ciudad de los grandes esfuerzos. En algún lado habíamos perdido el empeño que nos hiciera crecer, a pesar de los obstáculos o dificultades que se presentaran a nuestro paso se había conservado el espíritu de los pioneros que llegaron a estas áridas tierras hace un poco más de una centuria. La fiesta tuvo el esplendor que merecía la ocasión. Quizá se empañó un poco el festejo cuando un medio electrónico pretendiendo llevar a los hogares, de los que nos quedamos en casa, las imágenes de lo que estaba sucediendo videogrababa al reportero a cuyas espaldas se veían las paredes del estadio indicando que allá adentro la celebración de gala estaba en todo su apogeo, cuyas luces de bengala se escapaban por encima, dejando ver que el convite estaba, como dicen los jóvenes en su lenguaje coloquial: de pelos. Luego vendría el futbol cuyas escenas televisivas sí pudimos disfrutar.
El exterior del estadio daba la impresión de ser una auténtica verbena con una muchedumbre que iba de un lado a otro disfrutando con gran regocijo. Las instalaciones son de brillantes y lucidoras, tanto que como no queriendo hizo pensar en ese otro mundo donde la miseria ha asentado sus tentáculos, casas de cartón hacinadas al sureste de la ciudad, donde la penuria social parece haberse cebado, al lado de lujosas tiendas que preparan con gran anticipación la llegada de la Navidad recordando, espero que no sea cinismo, de una sociedad enceguecida por la misantropía, la venida del hijo de Dios, que nació en humilde pesebre.
Un poco nutrido grupo de hombres, se hizo notar en las tribunas por sus vestimentas oscuras, con saco y corbata. Hubo música de viento, bien que parecían no estar convencidos de que era para todos ellos o para ninguno, lo cual demostró que al fin tenemos estadio nuevo pero con la aclaración de que las autoridades son las mismas, con lo que el respetable quizá quiso expresar una censura a alguno de los presentes. El pueblo no se equivoca.
Por cierto una placa conmemorativa de la que tanto gustan los políticos, llevaba los nombres del bonachón Joseph Blatter, entre otros jerarcas del futbol, así como el nombre de autoridades estatales, dejando fuera a una autoridad que, sintiéndose que estaba siendo despreciado, me cuentan, puso el grito en el cielo, "me están postergando, eso no se vale", manifestando que no acudiría a la ceremonia respectiva.
Alguien tuvo la ocurrencia de que se pusiera en letra de manuscrito el patronímico faltante escrito con tiza al final de la placa. Obviamente todos los ahí apuntados buscan la gloria de ser recordados por toda una eternidad o de perdiz por el tiempo que dure la placa. La columna Verdades y Rumores que publica este periódico, en su edición del pasado miércoles se refiere a un olvido. Es claro que durante el tiempo que ha durado la gestión del alcalde en funciones hubo frecuentes disensiones, lo que quizá provocó ese olvido.