Oficio. Algunos conductores vieron en el oficio una forma honrada de obtener ingresos y con gusto permitían el aseo, otros con mala cara decían “no” y hubo quienes les echaron el vehículo.
Los limpiaparabrisas se amontonan en los cruceros de la ciudad.
El semáforo en rojo los invita a avanzar entre la multitud de vehículos que se ven obligados a hacer un alto en su camino. La avanzada debe ser rápida y lo más efectiva posible si es que quieren obtener uno, dos, o con mucha suerte cinco pesos para que al término de su jornada se vayan a casa con el dinero necesario para llevar qué comer.
Compartir su realidad no es difícil, sólo basta con un atuendo sucio, viejo y desalineado, una botella de agua con jabón, una franela, un rastrillo y llegar al crucero indicado para conocer un poco más, tal y como lo hizo El Siglo de Torreón.
La búsqueda inició en el crucero del bulevar Independencia y Zacatecas, uno de los más transitados. En dicho lugar sólo había un limpiaparabrisas. El recibimiento no fue bueno. La mirada de rechazo no se hizo esperar, pero después de examinar la situación, el limpiaparabrisas decidió acercarse a dialogar. Al ser cuestionado sobre la presencia de sus demás “colegas” sólo dijo que “las patrullas se los llevan, no quieren que se pongan aquí. La mayoría se fue a Abastos y Ávila Camacho”, dijo.
Y era verdad, pues por lo menos una decena de jóvenes se encontraban limpiando carros en los cuatro semáforos de la citado crucero.
Esta vez el recibimiento fue mejor, “El sol sale pa’ todos y a todos nos requema. Aquí el que viene es bien recibido, pero si empieza a hacer desm... lo corremos”, dijo uno de ellos apodado “El Marra”, quien se ofreció gentilmente al igual que sus compañeros a enseñar el oficio y a explicar cada una de las actividades implícitas.
Los tiempos de trabajo los miden por semáforos y cada quien los decide. Algunos trabajan tres semáforos en rojo seguidos y uno lo descansan, mientras que otros hacen cuatro rojos por uno de descanso.
La elección del parabrisas la hacen según la suciedad del mismo. “Yo veo un carrito que tenga su vidrio sucio y le echo el agua. Si me dice que no le digo ‘hay pa la vuelta señito’, a veces nos dan uno o dos pesitos y a veces nada”, dijo Armando.
La hora de llegada y salida varía, hay quienes empiezan desde las 8:00 de la mañana mientras que otros al mediodía y otros más tarde. Se van cuando obtienen la cantidad que los ayude a subsistir o cuando se pone el sol.
En el día, los que llegan temprano, hacen tres descansos. En el primero almuerzan, en el segundo se “echan una botana” y en el último comen.
Los limpiaparabrisas del crucero de Abastos y Ávila Camacho son vecinos de la colonia Pancho Villa, pues en la colonia dijeron es común que se desempeñe el oficio sobre todo cuando no hay empleo.
Los limpiaparabrisas dijeron que todavía el año pasado el oficio era rentable, pues en sus buenos días se llevaban hasta 400 pesos, sin embargo, ahora con la crisis apenas si sacan la mitad, mientras que en un día normal se llevan de 60 a 100 pesos.
“Cuando mejor nos va es después de que llueve porque es cuando los carros se ensucian más”, dijeron. Algunos que limpian entre dos los parabrisas, se reparten las ganancias. Cuando la cantidad es en número nones, se echan un “águila o sello” y el que gana se lleva la mayor parte.
Su principal peligro es la actitud de algunos conductores, que en su estrés, los agreden verbalmente, algunos incluso les “echan” los autos encima. Otra de las amenazas son los policías, pues “nos piden una cuota de 10 pesos a cada uno”, dijeron.
Sus aspiraciones no son muchas. La mayoría manifestó que su ideal sería encontrar su oficio anterior, la albañilería. En otro trabajo a la par no piensan, pues “de aquí sacamos para comer” y entre broma y broma insistieron en que también les alcanza para las “cheves”.
Esto fue lo que El Siglo encontró en un acercamiento con los limpiaparabrisas, la cantidad reunida en el desempeño del oficio, en una hora, no superó los 20 pesos, los “a la vuelta” fueron cerca de 15 y los “no” más de 50.
Hacedores de las luces rojas: El Siglo de Torreón se infiltró con un grupo de limpiaparabrisas de la ciudad para conocer los sinsabores de su cuestionado oficio. (Video de El Siglo de Torreón)