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Un sacerdote

GILBERTO SERNA

Todos lo sabemos menos la autoridad, dijo monseñor Héctor González Martínez, refiriéndose a que a unos pasos de Guanaceví, poblado en las estribaciones de la sierra de Durango, reside un transgresor de la ley, buscado por la justicia. A partir de eso se armó un alboroto que no acaba de terminar. Lo menos que se le dijo es que tal afirmación, constituyendo una denuncia, debería hacerla en las oficinas de una dependencia oficial. Por su parte el gobernador de Durango al ser requerido por los medios dijo muy ufano que se encargue la PGR pues es responsabilidad constitucional de esa dependencia federal, indicando que corresponde a la Procuraduría General de la República acopiar la información necesaria. De esa manera, cogiendo una palangana, se lavó las manos, no obstante que su investidura le obliga a velar por el bienestar de los que lo eligieron para ocupar el despacho de mandatario en el bello edificio del Palacio de Zambrano. No hizo otra cosa a pesar de que en su función como encargado de las fuerzas del orden en su entidad, le imponen la obligación de intervenir en auxilio de las autoridades encargadas de perseguir el narcotráfico.

La Segob , consideró que no es necesario que el prelado declare ante las autoridades, ya que, "hay comunicaciones más discretas con la autoridad que pueden ser mucho más eficientes para cumplir con al ley", en lo cual debemos de coincidir, pero resulta que en el caso las declaraciones del Arzobispo se hicieron del conocimiento de la comunidad por su propia boca, con sólo un sentido de responsabilidad preocupado por sus feligreses. Hay una inquietud seria pues, dijo el mitrado, que las autoridades no actúan ante las situaciones de violencia que se están dando en aquella entidad, donde hace tiempo se ha perdido el principio de autoridad, añadiendo que hay incertidumbre de la grey católica en varios municipios no sólo en Chalchihuites, Súchil, Poanas, Vicente Guerrero y Cuencamé, sino también en San Bernardo, El Oro y Guanaceví. Un panorama nada halagador. En cuyos municipios, agregó el tetrarca, resulta angustiante para los habitantes la presencia de grupos armados.

Algún funcionario federal en la entidad descartó que la PGR llame a declarar al servidor de Dios, ya que dio un dato muy genérico, no detallando, ni dando la ubicación del réprobo. Por lo que sea, es correcto que no sea citado, eso si nos atenemos a lo que expresó el propio prelado en el sentido de que "todos" conocen el paradero del hombre que, según la revista Forbes, es considerado entre los más ricos de nuestro país. Su eminencia católica aseveró, poco después que su dicho se basó en lo externado por sus feligreses, lo que es, insistió, del dominio público. Es el sentir de la gente que habla con su pastor en sus recorridos por los pueblos y comunidades de Durango, puntualizando que es lo que la gente le relata con base en sus experiencias de sufrimiento ligadas a la inseguridad y a la violencia. Añadió que podría parecer ingenuo, acrítico o fantasioso, pero que es resultado de su contacto pastoral directo con los fieles que han hablado con él. Lo que lo pinta de cuerpo entero como un mexicano inquieto que avizora problemas para los devotos de su congregación.

Pero ¿qué hace un jerarca eclesiástico dando a conocer el paradero de un relapso de la ley? No ignora lo que puede pasar. Sin embargo da la impresión de que su denuncia es sólo consecuencia de lo que se conoce como un sentido de deber. Él no navega en las aguas borrascosas de la conformidad, sino que obedece al mandato divino de ayuda al prójimo. No hay en su revelación nada personal en el que esté involucrado un sentimiento más allá de lo espiritual. Día a día descubre cuál es la lógica de su misión pastoral. No busca un enfrentamiento con las cosas mundanas. Sabe de las palabras de Jesús, cuando le preguntaron sobre los tributos que exigían los recaudadores, les respondió: dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.

No, no hay que equivocarse, el Arzobispo es un hombre bueno que conoce de la vida, como de las pasiones terrenales que no le son ajenas. En fin, es un sacerdote de alto rango, que está consagrado celosamente al desempeño de su elevado y noble ministerio, dejémoslo en paz.

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