Es un asunto sencillo que debe quedar en el ámbito privado puesto que afecta sólo a dos familias, la de los contrayentes, así como al novio y a la novia. Más allá de esos linderos a nadie le debe importar. Es un asunto entre dos que decidieron unir sus vidas "para siempre".
No hay nada que añadir, esa fue su voluntad. Lo demás es lo de menos. Tampoco me parece que la presencia de un político en la sede del Papa que busca representar a un partido político en la próxima contienda electoral relevando al actual Presidente, sea de importancia para que se hagan críticas al aspirante. Donde surgen los "asegunes" es en la publicidad que se dio al evento como si el airear una relación con el clero fuera el principal motivo de acudir a la cita con el sucesor de San Pedro. ¿Hay en esa audiencia un misticismo que se quiere aprovechar? ¿Se trataba de difundir urbe et orbe las nupcias de dos católicos o se quiere dejar constancia de que es bien visto en El Vaticano? La pretensión no queda muy clara que digamos. Es cierto que acudió con su novia y que tuvo la gentileza de anunciarle al Papa que pronto serán marido y mujer.
La senadora María de los Ángeles Moreno, no se aguantó que se haya tomado al Papa como un medio publicitario y tronó indicando que nadie tiene necesidad de anunciar que se va a casar si no es para aprovechar la difusión que el hecho obtendría con la presencia del Santo Papa. Diremos que un político es, antes que cualquier otra cosa, un zoon politikon que anda en permanente campaña, por lo que no debe dejar pasar la oportunidad de mostrarse devoto de la Iglesia y que es fiel seguidor de las enseñanzas de los santos evangelios.
Todo va dirigido a obtener los propósitos que se ha fijado. Desde besar niños en actos públicos, hasta mostrarse encantadoramente sonriente en cuanta ocasión aparece en un escenario apropiado y hay cámaras fotográficas al alcance. Estamos refiriéndonos a la inminente boda que pretenden protagonizar los jóvenes Angélica Rivera y Enrique Peña Nieto, quienes acudieron ante el Vicario de Cristo para informarle que pronto acudirán al altar a intercambiar argollas prometiéndose amor eterno.
Lo que se escucha da la impresión de que carece de veracidad, es la excusa del gobernador de que ignoraba que lo iban a grabar en El Vaticano, insistiendo que su boda es un tema auténticamente personal. De actitud mediática, publicitaria y oportunista violatoria, inclusive violatoria de la ley electoral. El ejecutivo mexiquense dijo que la visita obedeció a otro interés y otro propósito correspondiendo en realidad a un asunto estrictamente personal.
Dijo, dejando a entender que no lo ha decidido, indicando que será en el año 2010 cuando tome la decisión de casarse, aunque sí precisó que será en alguna fecha del año entrante. Se oye bastante inocente el querer que la opinión pública se trague el cuento de que no estaba enterado de la resonancia que tendría el evento. Lo único que importa es que está preparando su boda que es un asunto muy personal, que sin embargo, debe estar consciente, de que a partir de que se le considera como presidenciable nada de lo que haga o diga será ajeno a las informaciones periodísticas.
Lo que les zumba a algunos en el oído de cualquiera, es la mezcolanza de la política con asuntos meramente espirituales, confundiéndose la gimnasia con la magnesia. Aunque no hay que perder de vista que vivimos en un Estado laico, como lo establece en su articulado la Constitución Federal, los gobernantes hacen oídos sordos y no le dan mucha importancia a que en un Estado laico debe haber una estricta separación entre las instituciones del Estado y las de la Iglesia u organizaciones religiosas. Muy próxima a esta época, allá por los años cincuenta del siglo pasado había esa separación muy marcada, en que se consideraba un traidor al político que se le veía entrando en un templo.
El ser masón, anticlerical declarado, era algo que los políticos perseguían a cualquier costo, como un camino correcto para ascender en la política. Hubo gobernadores que llegaron a comprar la asignación del grado 33 como pasaporte seguro para lograr prosperar. Poco a poco se perdió ese entusiasmo permitiéndose que en ciertos colegios privados hubiera clases de religión sin que las autoridades educativas parecieran darse cuenta. Luego vendrían los matrimonios de las hijas que si no se casaban frente a un sacerdote, no se consideraba que el matrimonio fuera consagrado, lo que obligaba a los más recalcitrantes liberales a no asistir a las ceremonias donde oficiaba un miembro de la clerecía. En el Partido Revolucionario Institucional estaban los herederos del liberalismo mexicano. Si vemos a los gobernadores de ahora acudir a Roma para conseguir el visto bueno papal, es que la rueda ha dado una vuelta completa.