Una mujer incansable es María del Carmen
Trabajo | Madre de seis hijos y esposa de un campesino, Carmen y su familia se mantienen de la venta de quesos, tortillas de maíz y una que otra entrada de dinero en el hogar.
Cuencamé, Dgo.- Con una sonrisa y dando gracias a Dios por otro día más de vida, María del Carmen de la Cruz González se levanta a temprana hora, sus labores inician a las 6:30 de la mañana con la molienda del nixtamal para la elaboración de tortillas hechas a mano.
¡Carmen, doña Carmen! Son los gritos que se escuchan a lo largo del pasillo de su casa, son los vecinos que buscan tortillas recién hechas torteadas por las manos de esta mujer.
Mujer. Madre de seis hijos y esposa de un campesino, Carmen y su familia se mantienen de la venta de quesos, tortillas de maíz y una que otra entrada de dinero en el hogar, desde hace 25 años se enseñó hacer quesos, “a gritos y sombrerazos me tuve que enseñar, me casé de a tiro chiquilla y mi esposo me llevó a un rancho y ahí vivimos diez años, hasta que nació mi último hijo”, narra doña Carmen con añoranza.
Esfuerzo. “A pesar de que no soy muy vieja ya me siento cansada, son 25 años de trabajo duro. Levantadas temprano, irme a descansar casi a media noche, pero el ver a mis hijos ya grandecitos me conforta”, agregó.
Desafortunadamente no soy una mujer estudiada, y aunque lo fuera aquí en Cuencamé no hay en que trabajar, si una mujer queda desamparada, sola o viuda luego luego va a dar al trabajo de las cantinas, a los restaurantes o a la venta de gorditas y quesos, no hay de otra tenemos que trabajar en lo que salga para sacar adelante a la familia, asintió.
Economía. Este año ha sido el peor, la economía está muy mal y ya no alcanza nomás con el trabajo del hombre, “uno tiene que trabajar para poderle dar a los hijos lo que necesitan, yo me parto el lomo todos los días, pero mi lo más bonito que me queda es la satisfacción de que ellos no se quedan con las ganas de algo, que no desean algo que yo no les he podido dar” comenta con firmeza doña Carmen.
Seguridad. A decir de la ola de violencia que se suscita agregó, que no queda de otra más que encomendarse a Dios cada día, que se queda con pendiente cada vez que sus hijos salen de casa, “pero pues uno no puede andar tras ellos siempre, uno los enseña a cuidarse y los pollos vuelan”.
“Varias generaciones de la familia de mi esposo se han mantenido de la venta de quesos, así que él continúo con la tradición y me tocó a mi” comenta doña carmen con una leve sonrisa.
Siente miedo por la inseguridad que se vive, hay temor pero lo único que podemos hacer es encomendar a nuestra familia a Dios.
Yo voto porque soy ciudadana pero para mi todos los presidentes todos hacen lo mismo, o únicamente bien para ellos, porque para mi ni para muchas familias no hay mejoras.
Yo trabajo para contribuir a la economía de mi familia, y la mayor satisfacción para mi es que a mis hijos no les haga falta nada dice doña Carmen.
Hilda Castro Bojórquez
El Siglo de Durango
EXTRA
Una mujer
Una mujer se hace así: sobre las espinas del sueño,
con un poco de luna y como escogida cárcel
donde la luz se amanse. Una mujer se hace así,
y si no debería hacerse de un modo parecido.
Santiago Montobbio