El juego defensivo es la especialidad de Pittsburgh. Para la edición XLIII del Super Tazón los Acereros, fieles a su tradición, presentarán una defensiva poderosa y efectiva. (AP)
Juego rudo, parte de la identidad de los Acereros
Ryan Clark propinó golpes escalofriantes a Willis McGahee y a Wes Welker; Hines Ward le fracturó el maxilar a Keith Rivers y James Farrior le dio duro a Derrick Ward.
Los Acereros de Pittsburgh no tratan deliberadamente de lastimar a los jugadores contrarios. Pero ello ocurre a veces, con un equipo que sólo sabe jugar de dos maneras: la ruda y la más ruda.
Los Acereros son uno de los equipos más duros en la NFL, y los Cardenales de Arizona entienden que deben estar preparados para un partido en el que deberán tener la mentalidad de “golpear o ser golpeados” si quieren ganar el Super Tazón. La final de la Conferencia Americana entre los Cuervos y los Acereros fue quizás el duelo de mayor rudeza en toda la temporada, y los Cardenales saben lo que les espera.
“Definitivamente ellos son distintos”, dijo el linebacker de Arizona, Karlos Dansby. “Van con decisión al balón y juegan con mucha pasión, y es hermoso ver a un equipo tan apasionado... Uno admira esas jugadas, mira a la gente que llega, propina golpes duros y cambia el rumbo del juego”.
El juego rudo no comenzó en Pittsburgh con las épocas de los entrenadores Bill Cowher o Chuck Noll. Los Acereros dirigidos por Buddy Parker eran temibles por su duro golpeo a finales de la década de los 50 y comienzos del 60. Pero aquellos equipos no cosecharon tantos triunfos como los de Knoll y Cowher.
Los Acereros transformaron el golpeo en un arte durante los días en que su defensiva fue apodada la “Cortina de acero”, caracterizada por las embestidas de Jack Lambert, la dureza de Joe Greene, el bloqueo de Mike Webster y el castigo que Mel Blount infligía a los receptores en la línea.
“Por la forma en que ellos acarreaban el balón en la década de los 70 y por la manera en que ellos jugaban a la defensiva, no había otro camino que ser duro”, dijo el cornerback Deshea Townsend. “Pittsburgh es una ciudad ruda, mucha gente fuerte vive en esa ciudad, así que uno tiene que formar parte de un equipo que se adapte a eso”.
Steve Breaston, receptor de los Cardenales, creció en Pittsburgh, y tiene muchas referencias sobre la forma de jugar de los Acereros. Breaston, quien también devuelve patadas, desempeña una posición que exige más talento que fuerza, pero siempre ha tratado de que su familia se enorgullezca de él, al jugar también con rudeza. “El futbol ahí es de mucho contacto físico. Eso es lo que define a los Acereros”, dijo Breaston. “Miren a los linebackers, la defensiva secundaria y todo lo demás. Todos hacen jugadas y atacan al quarterback. Miren a (Troy) Polamalu volar por el campo, eso es Pittsburgh, hacen esas jugadas. Uno tiene que igualar eso o de lo contrario se irá desgastando”.
James Farrior, linebacker de los Acereros aprendió eso también, luego de mudarse de los Jets en el 2002. Le sorprendía la forma en que los aficionados recordaban los golpes duros incluso meses después.
Los aficionados de Pittsburgh nacen “agitando la Toalla Terrible en sus manos”, dijo Farrior respecto de las toallas amarillas que ondean los aficionados para pedir “más crueldad” a su equipo. Después de que el cornerback William Gay fue reclutado de la Universidad de Louisville, el año pasado, su tío le gritó unos segundos después: “¡Tienes que comenzar a golpear ahora!”. Para esta edición del Super Tazón, aquella frase de que los títulos se ganan con defensa debería asentarse con mayor peso, por lo que los Cardenales deberán vulnerar la gran muralla acerera.
Incluso las condiciones meteorológicas en Arizona fueron malas después de la derrota por 40 puntos sufrida por los Cardenales ante Nueva Inglaterra. Faltaba un partido para que comenzaran los play offs y el entrenador Ken Whisenhunt estaba disgustado.
“Esa fue la primera vez que... lo vi realmente molesto”, recordó el tackle nariz Bryan Robinson. Los duros entrenamientos que siguieron durante la semana de Navidad transformaron de alguna forma a los Cardenales, del hazmerreír de la NFL en campeones de la Conferencia Americana, poniéndolos en el Super Tazón, donde enfrentarán a Pittsburgh.
“Creo que es fácil mirar ahora hacia atrás y decir que ese fue el punto donde comenzamos a mejorar”, dijo Whisenhunt ayer. “Evidentemente, yo estaba muy enojado por la forma en que jugamos”.
“Hemos trabajado duro para crear algo aquí, para ganarnos la confianza de los aficionados”, dijo en aquella ocasión. “Y sentimos que los hemos defraudado”.
Luego, Whisenhunt emitió una advertencia pública a sus jugadores.
“Tenemos algunos chicos que necesitan mejorar”, señaló tras la derrota. “Si no lo hacen, habrá otros que quieran jugar”.
Whisenhunt sometió al equipo a duros entrenamientos bajo una fría lluvia en el día de Nochebuena. Lo mismo se repitió en la Navidad, con un clima incluso peor para un equipo acostumbrado a practicar bajo el sol, con temperaturas de unos 20 grados centígrados.
“Eso nos despertó, nos dimos cuenta de que venían los play offs y que si seguíamos jugando así no sobreviviríamos mucho”, dijo el ala defensiva Bertrand Berry.