A estudiar. Los niños de primaria deben realizar sus tareas por las tardes mientras los de secundaria van a clases, de lo contrario no habría espacio para los 22 niños que alberga la institución, además esto evita distracciones entre sus horas de estudio.
Atienden a niños en riesgo en Casa-Hogar Divina Providencia.
TORREÓN.- Luz, Pablo y Arely son amigos y a su corta edad, comparten el mismo hogar. Desde hace un par de años, viven en la Casa-Hogar, "Divina Providencia", que se localiza en una de las colonias más conflictivas de Torreón y fundada en 1996 por el padre David Estala Silva, con la única intención de ayudar a niños desamparados o en situación de riesgo.
Edificada sobre las faldas del Cerro de la Cruz, justo en la colonia San Joaquín, se encuentra este lugar. Cada ciclo escolar alberga a decenas de menores de entre los cuatro y 13 años de edad, como Luz, Pablo y Arely, sin embargo en este último año escolar, el número de estudiantes se redujo considerablemente debido a la inseguridad que se vive día a día en las calles del sector.
De acuerdo con la tía Martha, como le llaman los niños a la directora de la casa hogar, el ciclo escolar 2008-2009 inició con 56 pequeños, cifra que se redujo en el mes de diciembre hasta 39 ante el temor de los familiares de que los menores e incluso ellos mismos fueran víctimas de algún enfrentamiento.
"Tuvimos 39 hasta el término del año, pero ahorita nos dijeron que no van a regresar 15, entonces para el próximo año tendremos sólo a 24, quién sabe si vayan a llegar más o menos", dice preocupada la directora. Pero el número fue menor de lo imaginado. Sólo 22 menores regresaron; 17 niñas y cinco cincos, quienes de inmediato se adaptaron nuevamente a sus compañeros y la escuela.
Aunque para algunos ver a sus familiares durante las vacaciones es lo más esperado, para otros resulta perjudicial.
"Y es que algunos regresan con un alto grado de desnutrición, tanto que a un pequeñito tuvimos que darle suero, estaba muy malito", comenta la tía Martha.
ENTRE EL FUEGO
Aunque los tiroteos y los narcocorridos ya forman parte de la vida de los pequeños, aún despiertan su temor y asombro cuando hacen resonar las viejas paredes del lugar que los alberga.
"Me acuerdo que eran como las 6 o 7 de la tarde, estaba sentado en el comedor cuando se empezaron a escuchar los balazos. No me asusté, pero muchos de mis compañeros lloraron y otros querían ver por las ventanas", cuenta el pequeño Pablo aún con emoción en sus ojos.
Arely también tiene una historia que contar. "Era en la noche, ya estábamos acostadas cuando se escucharon los balazos, yo rápido me bajé de la litera para esconderme, las demás estaban debajo de las camas llorando... y luego otro día igual y así", dice la pequeña.
Cada pequeño en este, su nuevo hogar tiene una anécdota que contar. La tía Martha, no es la excepción. Recuerda que en los meses de octubre y noviembre y parte de diciembre, la situación era casi insoportable.
Los enfrentamientos entre bandas criminales se presentaban casi a diario a unas cuadras del lugar. Cuando esto sucedía, algunos niños se resguardaban debajo de sus camas o se tiraban al suelo cubriendo sus cabezas, mientras otros tantos, trataban de buscar el mejor sitio para no perder detalle.
"Como son niños, quieren ver, algunos corrían a su cuarto que se localiza en la parte alta de la casa para poder ver", cuenta la directora.
LAS CONDICIONES
Aunque el patronato de la casa hogar "Divina Providencia" planeaba la reubicación desde hace algún tiempo, ahora es urge hacerlo no sólo porque resulta insuficiente para atender a los pequeños, sino "por la inseguridad que se vive en el sector", señala Guillermina, miembro del patronato.
"Ahorita está tranquilo, antes de día y de noche se escuchaban los disparos, o pasaban las camionetas con la música de narcocorridos y con las armas saliendo por las ventanas. La problemática es fuerte por eso es necesario salir de ese ambiente, queremos lo mejor para los niños, nuestra intención es protegerlos de esas cosas", dice Guillermina.
En un recorrido realizado por El Siglo de Torreón por las instalaciones del albergue, se pudo constatar que el espacio resulta insuficiente para 22 menores que se atienden de domingo a viernes. El patio es tan pequeño que logran ver a los ancianos de la Casa Hogar "Padre Estala", aunque no comparten el espacio.
Los accesos son complicados debido a que la casa fue edificada sobre las faldas del Cerro de la Cruz. Los niños comparten una recámara, la cual cuenta con nueve literas, baño y un gran armario para la ropa, zapatos y útiles de los niños. Éstos son cuidados por una persona.
Las niñas también comparten una gran habitación que cuenta con diez literas y todo lo necesario para que "se sientan como en casa", dice Martita.
Aunque cuentan con un cuarto de estudio, no es lo suficientemente grande para que los niños de kinder hasta los jóvenes de secundaria, lo compartan para sus horas de estudio. "Los más pequeños van a clases por las mañanas y los más grandecitos por la tarde, para que no exista distracción a la hora de estudiar o de hacer la tarea", indica la directora del lugar.
LOS SERVICIOS
Los niños que aquí se atienden, provienen de hogares desintegrados e ingresan con una constancia de Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) o de la Procuraduría de la Familia, que indique que requieren apoyo "y que realmente la persona que lo trajo es responsable del niño, ya sea el papá, la mamá, el tío o el abuelo, alguien que se hace cargo de ello".
Actualmente sólo se reciben a niños entre cuatro y 13 años de edad, pero se pretende apoyar a los jóvenes de secundaria para que ingresen a preparatoria y de ser posible, hasta a la Universidad.
"Estamos buscando apoyar a los que salen de secundaria. Actualmente sólo hay un niño, pero es tremendo, es inquieto, como que no quiere creer que ya creció, sigue peleando con los niños y jugando con ellos. Pero estamos pensando en apoyarlos porque te los encuentras a los dos o tres años que salen de aquí y ya traen a sus niños en brazos y apenas salieron de prepa", explicó la tía Martha.
Por fortuna el padre Estala, quien falleciera el 20 de marzo de 2007, sostenía buenas relaciones con gente importante, las cuales pese a su partida, aún siguen apoyando su causa. "Les damos el servicio que podemos con lo que tenemos porque no hay ingresos fijos".
Previo al regreso a clases, una empresa lechera dio su "manita de gato" a las instalaciones, pintó sus viejas paredes, "dándole así más vida a esta casa", dice Martita.
Una papelera de la región, también hizo entrega de un paquete escolar a cada niño, de cuadernos, lápices, colores, pegamento y así todo lo necesario para su regreso a clases, no así los libros que requiere cada uno.
EL PROYECTO
Porque el deseo del padre Estala era ayudar cada vez a más niños, planeaba mudarse a una casa más grande que contara con un patio enorme donde pudieran jugar libremente, pero este sueño jamás lo pudo alcanzar en vida.
Sin embargo, el patronato ya trabaja en la elaboración de un proyecto de reubicación, pero los recursos son insuficientes para ejecutarlo.
Tanto el padre como quienes laboran en esta Casa Hogar esperaban que este sueño se cristalizara en algunos años, ahora la falta de espacio, pero sobre todo la inseguridad, los ha obligado a tocar puertas para alcanzar este deseo.
Y es que, a decir de la propia tía Martha, la ubicación y el ambiente que viven los niños casi a diario, impide que el objetivo de esta institución se pueda lograr, ya que la mayoría de los menores que son atenidos en el albergue fue separado del seno familiar por la violencia que vivían en su interior con la idea de ofrecerles un lugar más cariñoso y tranquilo.
"Tenemos que empezar de cero porque no tenemos nada, estamos tratando de conseguir un terreno para hacer una casa más apropiada, con un jardín para que los niños tengan dónde jugar, aquí lo tienen, pero es un espacio muy reducido", indica Guillermina, miembro del patronato.
Tocar puertas ha sido tarea de casi todo los días, pero dada la situación económica que se vive en todo el país, es difícil obtener apoyo fácilmente, "claro que sí nos ayudan algunas empresas, pero con algunas cosas, como: comida, vestido, entre otros donativos. Hay instituciones que nos apoyan mucho, pero para hacer un proyecto de tal magnitud necesitamos un apoyo muy fuerte".
Y es que además de cambiarlos de ambiente y ofrecerles seguridad tanto a los pequeños como a sus padres, la idea es incrementar el número de alumnos a 50, es decir 25 niñas y 25 niños, quienes contarían con la ayuda necesaria para cursar su educación profesional, si así lo desean.
Mientras tanto, Luz, Pablo y Arely seguirán compartiendo de sus aventuras en este lugar al que ahora llaman "hogar".
El ejemplo del cura David
El padre David Estala fue ordenado presbítero el 30 de octubre de 1966, desempeñó su ministerio sacerdotal en diversos campos, entre éstos la pastoral juvenil, en la vida de parroquia, gran impulsor y fundador de la Unión de Enfermos Misioneros (UEM), fundó un asilo para niños "Divina Providencia" y personas de la tercera edad, y sus últimos años de vida se desempeñó como director espiritual en el Seminario Diocesano de Torreón.
A consecuencia de un accidente automovilístico registrado en los primeros años de su vida sacerdotal, perdió el movimiento de sus piernas, obligándolo a utilizar desde entonces una silla de ruedas.
Sin embargo, esto no fue motivo para disminuir su espíritu sacerdotal, sino por el contrario, encontró en esa nueva condición de vida un importante estímulo para seguir entregándose al servicio de Dios y los necesitados.
Para apoyar
Para contribuir a la causa de la Casa Hogar "Divina Providencia":
⇒ Acudir a Prolongación Presidente Carranza número 2120 Poniente en la colonia San Joaquín, en Torreón.
⇒ Llamar al teléfono 7-16-76-53.