Clasificación:
Varios críticos han mencionado la velocidad con que la cinta Up les sacó lágrimas.
Hace falta no tener corazón para librar los primeros 10 minutos de la cinta con los ojos secos. Debe ser una especie de récord. Ante lo cual me pregunto: ¿Tienen los dibujos animados, tridimensionales o planos, algún tipo de ventaja sobre los actores de carne y hueso para lograr una conexión emocional con el público?
La respuesta tiene que ser sí. Basta con (y con esto no quiero insinuar que sea sencillo) llenar un arquetipo físico y de personalidad, y describir con pinceladas cuidadosamente escogidas el pasado del personaje para que el público imagine el resto y se identifique con su historia. Los protagonistas de las cintas animadas están, además, libres del bagaje de los actores reales, con sus vidas ejemplares o imbéciles conocidas por todos.
Los actores animados nacen libres, a la medida de su papel, y con todo el rango que la habilidad de sus dibujantes pueda darles. Y en el caso del equipo de Pixar, la habilidad es mucha.
Up: Una Aventura de Altura es una cinta encantadora.
Su personaje principal es un viejo amargado, que como todos los viejos amargados, tiene motivos de sobra para estarlo. Su esposa, una criatura feliz y luminosa, murió hace poco y la bonita casa que construyeron juntos está ahora rodeada de edificios fríos que reclaman el terreno para ampliar su sombra gris. El viejo, arrinconado por la urbanización y un orden social que nunca ha sabido qué hacer con sus ancianos, concibe un plan digno del Barón Munchausen, y ayudado por miles de globos arranca su casa del suelo y surca en ello los aires para cumplir el sueño de su esposa: vivir junto a una cascada en la selva venezolana.
La película es una reivindicación de la vejez. Un vuelo en que la fantasía y la aventura arrancan al hombre de la mecedora y reclaman para sí los últimos años de su vida.
Es un canto a la renovación, el desprendimiento y el logro de los sueños, que no saben de calendarios y bien pueden cumplirse en los últimos minutos del juego.
La estructura de la cinta se apropia también del espíritu liberador de la trama, y se percibe menos rigurosa y pulcra que en otras entregas de Pixar, lo que es bueno y malo Up vuela alto, aunque no llega a las alturas de Ratatuille o Los Increíbles, obras tremendamente cerebrales, en parte porque el rigor importa le menos que la emociones.
Up se siente a ratos como un juego de asociación de ideas, en donde las más disparatadas también tienen cabida, siempre y cuando tengan mucho corazón.
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