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ANA LUZ CENICEROS

CENTRO DE DESARROLLO PARA PERSONAS CIEGAS Y DE VISIÓN BAJA INICIACIÓN DEL LENGUAJE EN UN NIÑO CIEGO

Anteriormente hablábamos sobre cómo un niño ciego no se ve impedido del todo para el desarrollo del lenguaje debido a la experiencia del contacto afectivo, del apego y la experiencia en el contacto táctil.

Cuando el niño llega ya a la etapa verbal el gesto indicativo de la mano, con el dedo índice extendido, juega un papel de primer orden dirigiendo la mirada del niño en la dirección del objeto que se nombra. En esta denominación el niño vidente descubre algunas características básicas del lenguaje, que la palabra significa algo distinto de ella misma y, a la inversa, que todas las cosas pueden ser nombradas. El niño ciego no advierte estos gestos indicativos. Pero la limitación sólo es relativa, si el gesto indicativo puede facilitar el descubrimiento de la denominación basta con el contacto físico, como ocurre cuando al niño ciego se le propone que agarre un objeto o que lo recorra con la mano al mismo tiempo que se pronuncia su nombre.

Los elementos fundamentales para el establecimiento de un sistema de comunicación son de orden táctil y cinestésicas de tal modo que puede hablarse de una suprasensibilidad dirigida a compensar la falta de otros datos. Más adelante y cuando el niño se ha introducido ya en el lenguaje verbal, resulta evidente que el enriquecimiento de su vocabulario y la complejidad de su gramática dependen de la riqueza y la abundancia de sus experiencias. Y el niño ciego precisamente por su falta de visión tiene una experiencia limitada que otros en ciertas dimensiones. Pero también esta limitación es compensable, pues a partir de cierto nivel de competencia verbal, el significado de las palabras se aprende a partir de otras palabras y el niño ciego intenta suplir la falta de información visual por medio de la información verbal, lo que le lleva incluso a un sobreejercicio verbal (ecolalia). Los padres deberán aprender a leer su manera de expresar sus emociones, que es tan rica como la de cualquier otro niño. Un aprendizaje por parte de los padres y de los que están en contacto con el niño exige una gran atención y, por supuesto, cariño. Un aprendizaje que estará complicado por la repercusión que el descubrimiento de la ceguera del hijo ha tenido sobre sus padres, una repercusión que en cada caso será distinta. Pero un aprendizaje que es imprescindible para que el niño se desarrolle como una persona equilibrada.

Así pues, reiteramos de manera optimista que un niño ciego puede alcanzar un desarrollo verbal plenamente satisfactorio así como una integración personal y social igualmente satisfactoria, que puede lograrse si el niño ciego recibe en su primera infancia un cuidado adecuado a sus necesidades de comunicación.

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