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ANA LUZ CENICEROS

INICIACIÓN DEL LENGUAJE EN EL NIÑO CIEGO

Los niños ciegos no presentan dificultades especiales en el desarrollo del habla. Unos son precoces en la adquisición del lenguaje; pero también los hay que lo hacen muy tardíamente; otros con lenguaje o no, tienen fallas en la comunicación interpersonal y otros viven recluidos en sí mismos y no se comunican. Entonces la pregunta es: ¡qué bases conforman los cimientos del inicio del lenguaje en el niño ciego?, ¿cómo inicia su comprensión del mundo que le rodea? ¿Es suficiente ofrecerle el nombre, la etiqueta de lo que escucha o toca para que se desarrolle este lenguaje sin verbalismos, sin incorrecciones, sin distorsiones? ¿Cómo descubre el significado de la comunicación? No sólo consiste en escuchar la atmósfera de voces que le rodean, de imágenes fonognómicas, sino percibir que la comunicación es algo más. Ese algo que conforma un compromiso de códigos concertados en que no sólo interviene la emisión de sonidos, sino, especialmente, el comprender el significado de lo que se transmite con palabras, pero que va más allá de estas palabras y, a la vez, supone la implicación, la corresponsabilidad, la propia transmisión de aquello que responde a lo percibido y recibido. Pero, ¿qué sucede cuando el niño ciego no entiende el código que recibe por ser ajeno a él mismo, a sus experiencias, a su curiosidad y a sus necesidades? ¿Qué pasa cuando el lenguaje que se utiliza con el niño sigue un camino diferente con su propia realidad?

Autores como E. Sampaio en su artículo "Le Langage chez les enfants aveugles" (1991) muestra cómo el hecho de que el niño ciego sin déficits asociados, que dispone de inteligencia normal y con un aparato audiofonatorio intacto ha hecho supones a psicólgos y lingüistas que las características de desarrollo del lenguaje no ofrecería sensibles diferencias entre los niños ciegos y vidente. La autora manifiesta, no obstante, que a pesar de ellos, los niños ciegos pueden manifestar en un momento u otro de su desarrollo estereotipias, alteraciones del lenguaje, confusiones en la interpretación de su entorno, desinterés por él, etc., todo ello a pesar de haber recibido una atención adecuada desde el primer año de vida. Sin embargo, muchas de estas conductas son temporales sin llegar a transformarse en patológicas, a diferencia de otros niños ciegos vistos por primera vez a los dos o tres años de edad.

Para tales efectos, es de vital importancia la atención que sobre el tema inviertan sus padres o familiares cercanos.

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