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Verdaderos héroes

EL COMENTARIO DE HOY

FRANCISCO AMPARÁN

Ya lo dice el dicho: “pobre del país que necesita héroes”; ya que eso quiere decir que no tiene hombres hechos y derechos que defiendan lo que es justo y decente. Y sí, ciertamente México siempre ha necesitado de héroes; el problema es que la mayoría son de pacotilla, más para servir de munición a los discursos oficiales y las estampitas de Editorial Patria, que porque en realidad hayan hecho algo sobresaliente o dejado huella. La mayoría de nuestros héroes no ha hecho otra cosa que fracasar y morir traicionados o asesinados.

Ciertamente los héroes de verdad se dan en sociedades en que sus miembros no son capaces de enfrentar los problemas. Es en ese vacío de voluntad, de civismo, en que un personaje puede emerger, demostrando que las vicisitudes se encaran, no se evitan; y que con coraje y dignidad pueden ser vencidas.

Benjamín LeBaron era, de acuerdo a mi muy particular definición, un héroe. Supo conducir a su pequeña comunidad mormona a enfrentar poderes que las ineptas autoridades han sido capaces de refrenar. Mostró una valentía basada en sus creencias religiosas, sí, pero también en la conciencia de que el bien no debe doblegarse ante el mal. Cuando su hermano pequeño Eric fue secuestrado, consultó con su comunidad, se llegó al acuerdo de que era no sólo imposible sino inmoral pagar el rescate, y lideró las protestas ante el podrido Gobierno del Estado de Chihuahua para que se pusiera remedio a la situación. Incómodos ante la notoriedad que el caso estaba cobrando, y sabiendo que no iban a sacar dinero del asunto, los criminales liberaron a Eric LeBaron.

Pero ahí no terminó el asunto. Esos animales no le perdonaron a Benjamín que los hubiera puesto en evidencia, venciéndolos sin ningún tipo de violencia, uniforme ni arma; y que la notoriedad del secuestro condujera, algo después, a la aprehensión de dos docenas de supuestos miembros del crimen organizado. Empezaron amenazándolo de muerte. Luego, ante la absoluta impasividad de las autoridades civiles y militares, lo secuestraron y ejecutaron, junto a un cuñado que había intentado ayudarlo.

En este país los hombres trabajadores, decentes y honrados se hallan a merced de la violencia e impunidad de bestias que no respetan absolutamente nada. Especialmente no respetan el trabajo, la decencia y la honradez; y ello, porque quienes dicen gobernarnos no parecen contar esas virtudes entre lo digno de ser apreciado y defendido. Quienes dicen gobernarnos se preocupan por mantener sus puestos, proteger el presupuesto, cobrar sus sueldos. Nada más.

Por eso es de lamentarse que la sociedad recurra a hombres como Benjamín LeBaron. Y que ese tipo de hombres terminen perdiendo la vida, defendiendo lo que consideran es lo correcto, ante la indiferencia, ineptitud y complicidad de una clase política hedionda, que no puede o no sabe o no quiere defender lo mejor que tiene esta sociedad. Y que por ello termina muriendo, siendo héroe o mártir.

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