La inauguración del Territorio Santos Modelo puso a La Laguna en el centro de la atención nacional, pero la "nota" no se la llevó sólo el memorable espectáculo de música, luz y fútbol, sino también lo que ya se califica como el mayor abucheo que se ha llevado el Presidente Felipe Calderón en sus tres años de gobierno. De hecho, la magia del 11 de noviembre dio paso a que analistas de todo tipo se dedicaran a descifrar las claves profundas de la rechifla contra el mandatario y a determinar si los laguneros no "enseñamos el cobre" o si fue una sana expresión del sentir popular. La moneda todavía está en el aire en cuanto a las causas.
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Unos apuntan a la crisis económica y de inseguridad que vive el país, aderezada con el aumento de impuestos recetado por Hacienda y el Congreso, mientras que otros la limitan a las estrictas medidas de seguridad del Estado Mayor Presidencial, que puso de cabeza la logística del evento y volvió loco al respetable que no encontraba por dónde entrar, causándole innecesarias molestias que lo irritaron. Lo más probable es que haya sido de todo un poco, aunque es de notar que, como sucede con mucha frecuencia, el evento se preparó en grande y llegaron los políticos a arruinar la fiesta. La televisora que transmitió la inauguración empeoró las cosas bajándole al sonido ambiental para minimizar la rechifla, lo cual provocó el abucheo de más de un televidente. (Además, ¿a quién se le ocurre venir siendo político destacado, a un espectáculo futbolístico donde está el rey Pelé?) Nuestros subagentes disfrazados de guardias presidenciales comentan que don Felipe se molestó y estuvo bastante serio en los minutos que siguieron a su mensaje (que, eso sí, fue agradeciblemente breve), pero luego ya soltó el cuerpo. La que preguntó con sorpresa qué estaba pasando, fue la primera dama, Margarita Zavala, quien se sacó de onda. Don Felipe sólo aguantó el primer tiempo del partido, luego del cual pasó a retirarse sin que nadie se diera cuenta. Ahora, a varios días del evento, todavía se discute el episodio y las opiniones están divididas sobre la conveniencia del abucheo. Como quiera que sea, no hay que olvidar que “la voz del pueblo es la voz de Dios”.
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El otro que también se llevó abucheo fue el alcalde José Ángel Pérez, pues nadie le avisó que quizá no era conveniente colarse en el video de entrevistas a varias personalidades que comentaron la inauguración del TSM. La rechifla ahí fue más sonora que la que se llevó Felipe Calderón, lo que ya es decir. Ya se sabe la manía que tienen algunas autoridades para hacer caravanas con sombreros ajenos y el alcalde no fue la excepción, pues si se escuchan los promocionales de su informe uno se queda con la idea de que fue el Municipio el que construyó el TSM, pero la verdad es que ni siquiera pudieron darle una “manita de gato” al entorno y las vialidades resultaron insuficientes para el tráfico. Fue el mismo caso del Gobierno del Estado, que no acabó la ampliación de la antigua carretera a San Pedro. El alcalde electo, Eduardo Olmos, estaba muy contento en la inauguración y a lo mejor ya no se acordaba que cuando fue vicegobernador de Desarrollo Regional se le atoró dicha carretera por no arreglar problemas de tierras. Sin embargo, el gober Humberto Moreira salió ileso del evento, pues aunque también se anda colgando la medalla con el nuevo estadio, en la inauguración de aguantó la tentación de presentarse ante los 30 mil espectadores que a lo mejor también le tenían guardada una rechifla. Por cierto, resaltó la ausencia del gober de Durango, Ismael Hernández Deras y nuestros subagentes reportan que no estaba contemplado por el Estado Mayor para asistir al evento, aunque a lo mejor no lo dejaron cruzar el puente. Pero qué bueno que no fue, pues quizá hubiera cargado con su cuota de abucheo, porque motivos para recetárselo, sobran.
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Pasada la borrachera del TSM, la región volvió a la “cruda” realidad de crisis e inseguridad. En este último punto destaca la alarmante alza en los robos que padece La Laguna, donde las autoridades policiacas poco han hecho para prevenir y castigar los delitos. Hasta ahora los operativos han resultado un fracaso y una tendencia preocupante es el aumento de robos con violencia por parte de pandillas que no han sido frenadas. Pero ni las policías de Torreón y Gómez Palacio ni la Fiscalía General de Coahuila o la Procuraduría de Justicia de Durango pueden apenas compilar cifras certeras sobre la incidencia de delitos patrimoniales. Sus números se retrasan uno o dos meses para darse a conocer, lo cual impide saber con certeza cómo evolucionan las bandas que han hecho su agosto en la Comarca. En Coahuila, la Fiscalía se resistía a desglosar las cifras de robo en violentos y no violentos, mientras que en Durango la Subprocuraduría para La Laguna ni siquiera hace la distinción. Además, no se nota mucho trabajo de Inteligencia en las corporaciones policiacas para detectar a las bandas de delincuentes y si eso sucede, apenas ha habido resultado, pues las detenciones se dan a cuentagotas. Mientras eso sucede, autoridades insisten que aplican, modifican, perfeccionan o afinan los operativos, pero la ciudadanía les pierde cada vez más la confianza.
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Por fin la Secretaría de Salud en Coahuila admitió la presencia de dengue en Torreón, luego de semanas de insistir que la enfermedad no había llegado, a pesar de que en Gómez Palacio se detectaron decenas de casos. A lo mejor el mosquito Aedes Aegypti no se animó a cruzar el río, con eso de las balaceras. La negativa de la Jurisdicción Sanitaria 6 llegó a tal grado, que el coordinador de prevención, Enrique Carrillo, prácticamente le echó la culpa a los doctores de la ciudad al afirmar que no sabían diagnosticar el dengue y que si sus pacientes estaban enfermos sería de otra cosa, a pesar de que se estaban reportando decenas de casos. Por supuesto que don Enrique se ganó la condena general de la comunidad médica (y de nuestros subagentes también, al ser tachados de mentirosos). Y es que el desplante de la Jurisdicción es digna de los regímenes más autoritarios, donde piensan que con sólo negar una enfermedad es suficiente para que ésta no exista (véanse, toda proporción guardada, los casos de gripe aviar en China o de Sida en Cuba). La negativa a ver el dengue en Torreón parece repetir la dosis que la Jurisdicción aplicó en el brote de Influenza A H1N1, cuando en las primeras semanas de la epidemia los muchachos del doctor Raymundo Verduzco se ufanaban de que el virus no había llegado a Torreón ni a Coahuila. Sin embargo, resultó que tanto en el caso del dengue como en el de la influenza, la Secretaría de Salud quiere el monopolio sobre la ciencia al determinar que sólo los casos confirmados en sus laboratorios serán válidos, con lo cual pueden controlar cómodamente la información. La estrategia será muy buena para ellos, pero pésima para la salud pública. Finalmente la Jurisdicción Sanitaria admitió 25 casos de dengue, aunque dados los antecedentes, la realidad es que la cifra sería mayor.
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Pregunta: ¿Qué andaban haciendo el gober Humberto Moreira y el alcalde electo de Torreón, Eduardo Olmos, en una reunión con poderoso empresario de Gómez Palacio? Averígüelo Vargas.