Arreglada y ajustada con bulbos y fusibles nuevos, la supercomputadora Pony sale a escena en tanto este su 007, viste toga y birrete para entregar las tradicionales calificaciones de fin de año a los funcionarios a cargo del gobierno (o desgobierno) de la Comarca Lagunera. Como el año estuvo muy movido, hubo que reforzar la capacidad de procesamiento de la Pony, que se retorció presa de feos espasmos al ver la incapacidad de las autoridades para lidiar con las crisis económica y de seguridad que nos azotaron este año. En dos entregas, la Pony emite sus veredictos, pero dejando claro que es el juicio de la ciudadanía el que cuenta, pues sus opiniones son las que alimentan su electrónico cerebro.
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El alcalde de Lerdo, Carlos Aguilera, resultó severamente golpeado por los recortes presupuestales provocados por la crisis económica. Si ya don Carlos había heredado una administración quebrada y en dos años no tuvo oportunidad de darle la vuelta a las finanzas municipales, en este 2009 se la pasó con el agua al cuello. Si en su campaña el alcalde preguntaba “si a poco nos vamos a quedar así”, ahora la respuesta parece ser que sí, nos vamos a quedar igual. Don Carlos realizó varios movimientos para recortar nómina y gastos, pero aun así hubo varios meses en que no alcanzaba para pagar los sueldos o, este diciembre, ni los aguinaldos. Para sacudirse el problema, el alcalde empezó a revivir algunos de los escándalos que empañaron la gestión de la panista Rosario Castro, pero hasta ahora han sido puras palabras y nada de acción. Don Carlos, no ha podido concretar varias obras que presumió con bombo y platillo, como el Hospital General o un puente sobre el Periférico que nada más da sombra a los carros que se estacionan ahí. En seguridad la cosa no mejoró y la Policía de Lerdo siguió bajo la mira de grupos criminales. Al cerrar su segundo año, a don Carlos ya no lo salva su estilo campechano y desenfadado, de modo que la Pony le envía un SEIS.
El otro damnificado por la situación financiera fue el Tesorero, Alfredo Juárez Baeza, quien cambió su título a secretario de Finanzas y Administración, a ver si vistiendo la mona de seda mejoraban las cosas. Pero no fue así y don Alfredo no logró armar un plan de crédito para cubrir los gastos, lo que obligó al Municipio a correr, otra vez, al Gobierno del Estado para que prestaran dinero. Don Alfredo se lleva un CUATRO sin aguinaldo.
La dirección de Obras Públicas vio pasar a tres titulares este año, lo que sólo sirvió para meter más desorden en la dependencia. Manuel Martínez, José Luis Guerra y Guillermo Orona batallaron para darle seguimiento a las obras y nadie propuso nada nuevo, por lo que se limitaron a pavimentar algunas calles y rehabilitar unas plazas. Entre los tres se reparten un CUATRO, señala la Pony.
El secretario de Seguridad Pública, Marcos Cordero Tafoya, pasó el año capoteando la crisis interna que la Policía municipal venía arrastrando desde hace años, mientras los agentes continúan bajo amenazas de grupos criminales. Don Marcos logró hacer algunos malabares con recursos del Subsidio para Seguridad Pública de los Municipios (Subsemun) y adquirió equipo de protección y comunicación. Varios policías de Lerdo fueron atacados o asesinados durante el año. Con la moral baja, no es de extrañar que los índices delictivos se hayan disparado, de modo que el jefe policiaco se lleva un CINCO.
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En Matamoros se dice que al alcalde Homero Hernández Muñoz ya le dicen “Bombero” Hernández, pues se la pasa en las instalaciones del Cuerpo de Bomberos en reuniones privadas y hasta sesiones de Cabildo con tal de no aparecerse en la presidencia y enfrentar a ciudadanos inconformes con la mala gestión de la administración que heredó el año pasado, cuando Raúl Onofre se fue a cobrar de diputado. En el año, don Bombero no alcanzó a concretar varios proyectos heredados como la reubicación de peligrosas ladrilleras, obras de pavimentación y drenaje en ejidos y entrega de despensas y otros apoyos a jubilados. Mientras tanto, Matamoros se ha visto azotada por el crimen y la inseguridad sin que al alcalde se le noten muchas ganas de entrarle al problema. Ante esta situación, la Pony le envió un feo TRES, aunque no lo mandó a la presidencia municipal, sino al edificio del H. Cuerpo de Bomberos para estar segura que le llegaría.
La inseguridad en Matamoros va de mal en peor y la policía municipal al mando (es un decir) de Rolando Quistián ha sido incapaz de contener una ola de delitos sobre todo en el área rural. Para empeorar las cosas, la Comisión Estatal de Derechos Humanos reprobó las condiciones de la cárcel municipal, donde no hay instalaciones eléctricas, agua corriente o plataformas de descanso, lo que le valió una recomendación a la Dirección de Seguridad Pública que fue prontamente ignorada. Al igual que el alcalde, don Rolando despacha rara vez en su oficina, aunque sus subordinados aseguran que trabaja el turno de la noche y amanece muy desvelado como para ir a trabajar de día. Por fortuna, el director tiene una secretaria muy eficiente, de nombre Juanita, quien se rumora que es la encargada de tomar decisiones y hasta organizar a los elementos de la corporación. Ante esto, la Pony le manda a don Rolando un redondito CERO.
En Obras Públicas, las obras de pavimentación en varias colonias y ejidos matamorenses dejaron mucho que desear, a pesar de que hubo fuertes inversiones y la dirección a cargo de Rafael Hernández Salazar aflojó el paso luego de que el año pasado habían logrado mejorarle la imagen al Municipio. Sin embargo, este año se volvió a presentar el problema de que las reparaciones en las calles luego de obras de agua y drenaje quedaron en pésimo estado. Ahora la ciudad luce descuidada. Por lo menos don Rafael es de los pocos funcionarios que todavía se paran en la presidencia municipal, donde tiene que enfrentar crecientes reclamos. Hasta allá la Pony le mandó un CINCO.
Otro funcionario que tiende a desaparecerse es el tesorero Jaime Hernández, que no puede ser localizado para dar cuentas sobre las finanzas municipales ni para pagarle a los proveedores a los que les debe el Municipio. Al parecer don Jaime acumula pendientes con los proveedores y no tiene idea de dónde va a salir el dinero, y ni qué decir de los aguinaldos, pues también batalló en ese departamento. Todo se aclararía si el tesorero llegara a contestar el teléfono, pero sucede que pocos conocen su paradero. De hecho, la Pony no pudo encontrarlo para enviarle un TRES, pero lo recibirá el próximo día de pago.
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Francisco I. Madero vivió un vacío de autoridad que se fue agudizando los cuatro años de administración de Nicolás Muñiz Domínguez. El colmo llegó a mediados de año cuando la Policía Federal desmanteló la Dirección de Seguridad Pública y arrestó a seis agentes, incluyendo al jefe de la policía al investigar la detención de cuatro personas que pasaban por el Municipio y luego desaparecieron. La policía local entró en crisis y los agentes se fueron a huelga, dejando el patrullaje en manos de la policía estatal, mientras don Nicolás hizo mutis y no se apareció durante dos semanas, llevando a un alto funcionario estatal a señalar sobre el alcalde: “ese burro ya no rebuzna”. Entre otros detalles, don Nicolás mantuvo a varios familiares en la nómina, infló la cantidad de trabajadores de confianza y usó más del 80 por ciento del presupuesto para el pago de sueldos, con lo que naturalmente la obra se redujo. Al cerrar su mandato, el alcalde maderense se va con un feo CERO.
Seguridad pública es el problema más delicado en Madero, pues el Municipio se encuentra en manos del crimen y los delitos van a la alza sobre todo en el medio rural, donde ocurren robos un día sí y otro también. La policía municipal es completamente inefectiva y no es de extrañar si el jefazo Gabriel Mascorro terminó en un penal federal. Su relevo, Rutilio Sierra, se sacó la rifa del tigre, pues nadie quería ocupar el cargo y se conformó con “dar bolita”, pues persiste el desorden vial en el centro y los robos en la periferia. Como nomás duró seis meses en el cargo, don Rutilio se lleva un CINCO.
En Obras Públicas, Raúl Muñiz Domínguez, hermano del alcalde, alcanzó a realizar algunas obras de pavimentación e introducción de agua y drenaje en comunidades rurales, pero se la pasó colgado de la subsecretaría de Obras Públicas de La Laguna, que realmente lleva la batuta en ese municipio. Don Raúl se la pasó presumiendo la obra magna de un paso deprimido bajo las vías del ferrocarril, pero el proyecto no pasó de una bonita maqueta que se exhibía en la presidencia. Don Raúl se lleva un CINCO y le fue bien.
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En San Pedro, al alcalde Arturo Babún Moreno le pasó de noche la presidencia municipal, pues su juventud, inexperiencia y apatía fue aprovechada por otros para el manejo de decisiones importantes en finanzas u obra pública. La administración se caracterizó por una gran cantidad de “aviadores” y por buscar fortalecer la clientela electoral del PRD apuntalando el futuro de Yaneth Babún, hermana del alcalde, quien ganó una diputación “pluri” a pesar de haber perdido la elección. Se dice que el verdadero poder tras el trono era la mamá del alcalde, Josefina Moreno, quien se coló en la planilla del PRD pero no llegó ni por representación proporcional. Don Arturo tuvo que lidiar con una inseguridad creciente y un fuerte problema de abasto de agua, que se agudizó cuando Comisión Federal de Electricidad le cortó la energía a las norias porque el Simas no le pagaba las cuentas. Finalmente, el PRI recuperó San Pedro de las manos del PRD y don Arturo cierra con un TRES.
El tesorero sampetrino, Aníbal Morales, se dedicó más a la “grilla” que a su cargo y, al igual que otros directores municipales, se le vio poco en su oficina. El que realmente llevó la batuta fue el director de Egresos, Horacio Orozco, aunque eso tampoco fue consuelo. La administración deja como herencia una deuda de poco más de 15 millones de pesillos, lo que habla de su mala actuación.
En Obras Públicas, Armando Sifuentes abandonó el cargo a mediados de año para buscar la presidencia municipal, aunque en el PRD lo “madrugaron” y se le cayó una alianza con el PAN, por lo que se fue a dar lástimas al Partido Alianza Social. Tampoco es que se le haya extrañado mucho, pues no hizo gran cosa en materia de obra pública debido a que la vicegubernatura de Desarrollo Regional en realidad empuñó la batuta en ese departamento. Tampoco fue mejor con su relevo, Ricardo Ramos Herrera, que hasta hace unas semanas pudo arrancar algunas obras de pavimentación y alumbrado. Ambos se llevan un horrible CINCO.
La inseguridad en San Pedro es creciente, como en toda la Comarca Lagunera, con una policía municipal acusada de colusión con el crimen. Frente a esa situación, Jesús de los Reyes Medellín poco pudo hacer como director de Seguridad Pública, cargo al que llegó hace dos años, luego de que varios elementos se vieran involucrados en actividades ilícitas, aunque esas prácticas continúan en la corporación. Lo mejor que se puede decir de don Jesús es que no provocó quejas en la corporación y mantuvo la fiesta en paz con un buen trato a los, a pesar de que el crimen sigue campante en San Pedro. Cierra con un CINCO.