Ese día Carlos se sentía feliz, cantaba bajo la ducha mientras sus padres se arreglaban para el gran acontecimiento, al salir de la regadera y entrar a su habitación, vio sobre su cama el smoking que previamente su padre le había rentado para ese día tan especial. Por fin, después de muchos sacrificios por parte de su padre y el esfuerzo que él tuvo que realizar para sacar buenas calificaciones, se veía recompensado pues era el día de su graduación.
Al llegar a la universidad, muchos jóvenes y señoritas acompañados de sus padres y ataviados con sus mejores ropas, entraban presurosos al auditorio de esa institución. Poco a poco se fueron llenando los asientos destinados a los padres de familia, y los graduados se sentaban en los asientos que se encontraban en las filas delanteras. El presídium se encontraba bellamente adornado con ramos de flores. En cierto momento anunciaron la entrada de los directivos de la universidad, así como de los invitados especiales a dicho evento, una banda de música inició con la ceremonia y tiempo después uno a uno todos los graduados fueron pasando al presídium a recoger su diploma. Al terminar el acto los muchachos y muchachas se dispusieron a tomarse la foto del recuerdo. Por la noche en un salón de fiestas se llevó a cabo el baile de graduación, todos se hallaban felices por el acontecimiento que marcaba quizás la etapa más importante de su vida.
A la semana siguiente, Carlos, quizá igual que muchos de sus compañeros con el título y sus calificaciones bajo el brazo se dirigió a buscar trabajo, pues al fin para eso había estudiado. Por la mañana muy temprano salió a comprar el periódico y con un crayón encerró con un círculo los anuncios donde ofrecían puestos de trabajo de acuerdo a la carrera que recién había terminado.
Al acudir a una empresa donde el aviso indicaba que se contrataría personal para los puestos vacantes de operarios, y personal para el área administrativa y gerencial se topó con que ninguna persona del departamento de personal recibía la documentación requerida, sino el guardia de la...