Cuando éramos niños, en la casa de mis padres, mis hermanos y yo, podíamos jugar dentro de nuestras casas. Pues contábamos con dos patios y hasta una cochera que se hallaban conectados por un corredor. En la casa de mi abuela, también existía suficiente espacio en donde jugar, y si nos aburríamos mis primos y yo, salíamos a jugar en la banqueta, las cuales eran anchas y difícilmente corríamos algún peligro. Pues eran tiempos en que era poco probable, que algún automóvil, salvo el caso de que se subiera a la banqueta, pudiera hacernos daño. Y mucho menos algún adulto, pues siempre había alguna vecina que nos observaba. Aunque nos cuidábamos de los “roba chicos” cuando veíamos algún extraño, y sobre todo si éste portaba algún costal, pues nuestros padres nos asustaban diciendo que nos iban a llevar. En fin la vida en esos tiempos era muy tranquila y desde luego no existía la violencia que hay en la actualidad y no recuerdo haber visto nunca algún muchacho drogándose en la vía pública.
Los tiempos han cambiado en la actualidad debido al aumento de la población y a la demanda de vivienda, muchas de las colonias que existen se han convertido en nidos de delincuentes, aprovechando la infraestructura que existe. Pero; ¿Dónde nace el problema? Si analizamos podemos ver que los niños de hoy, no tienen espacio dentro de su casa dónde jugar. Los llamados “jardines” que muchas constructoras rimbombantemente llaman, se limitan a 2 o 3 metros de zacate. De los patios ni se diga, virtualmente han desaparecido y en muchos hogares miden un metro por el ancho que tenga la vivienda, que puede ser de escasos 3.5 metros y sólo sirve para tener un lavadero. Las banquetas de las calles muchas sólo miden 60 u 80 centímetros. Y párele de contar. Al Oriente de nuestra ciudad existe un conjunto de edificios, que al constructor se le ocurrió ponerle el nombre de una isla de la ciudad de Nueva York y es un sitio muy peligroso donde han ocurrido lamentables hechos de sangre.
La situación económica ha obligado a muchos padres y madres de familia a tener que trabajar, pues si no lo hacen entre los dos, no podrían sufragar los gastos de la manutención de los hijos. Los muchachos, desde que son pequeños llegan solitos a sus casas y sólo tienen dos opciones; una quedarse viendo alguno de los “educativos” programas que transmite el llamado “canal de las estrellas”, tales como el de una ejemplar familia de retrasados mentales, que se hace llamar de peluche, donde las faltas de respeto y las groserías son el principal “tema” de su programa, o también las educativas clases de señoras y muchachas histéricas, con sus diarias lecciones de sexo de las 5 en delante para que los niños y niñas aprendan a tener relaciones sexuales a temprana edad, con el lamentable aumento en el índice de adolescentes embarazadas. La otra opción, es salirse a la calle y juntarse con sus vecinos, donde desgraciadamente aprenden a empeorar el lenguaje español con una sarta de groserías y desde luego con el peligro de empezar alguna adicción al alcohol o drogas más duras, pues no hay adulto que los vigile o se haga responsable de ellos. La voracidad de muchas constructoras por ganar dinero y la necesidad de la gente por una vivienda, ha obligado a millones de familias, sobre todo de escasos recursos a aceptar estas casas, que les son vendidas a un costo varias veces más que su valor real y en donde si alguien entra a la sala o la cocina y otra persona se encuentra adentro, ésta tiene que salirse, pues difícilmente caben dos en un mismo sitio. Y pobres de los padres de familia que se queden sin empleo, pues el Infonavit le manda algún despacho jurídico si no puede continuar pagando la hipoteca y pude perder lo que ya pagó varias veces. Pienso que las cosas pueden mejorar, si a algunos legisladores que les guste su trabajo y en verdad amen a nuestro país, formen comités para regular el contenido de los programas televisivos (cosa que ya se hace en otros países), así como el tamaño de las viviendas y que éstas cuenten con espacios para el esparcimiento de nuestros niños y jóvenes, pues ellos ya son el futuro de México.
Apoyemos a Cáritas de Gómez Palacio, con la adquisición de un boleto para la rifa de un automóvil así como de dos televisores, el costo es de 170.00 y lo puedes adquirir llamando a los teléfonos 737 40 65 y 723 51 55 ¡ayuda a quien más lo necesita!
Comentarios y sugerencias al correo electrónico: lavidayelservicio@yahoo.com.mx