“OREMOS POR ELLOS”
Amables lectores, hace un tiempo efectuamos un viaje hacia la sierra de Chihuahua, y me tocó visitar algunas poblaciones enclavadas en lo intricado de esa hermosa serranía y que indiscutiblemente esos lugares son unos verdaderos paraísos. Pasé unos agradables días por esos rumbos (a pesar de un resfriado que pesqué), y agradecí infinitamente a Dios por permitirme ver algo de lo bello de su creación. Nos tocó también asistir a una de las festividades que se dan por esos rumbos con todo el folklore de los pueblos tarahumaras pero advertí algo; existen infinidad de niños y jóvenes que son parte de las familias que habitan esas poblaciones, la mayoría de ellos cursan los últimos grados de primaria y otros en secundarias. Platicando con dos niñas que acuden a uno de esos centros educativos, nos hicieron saber que caminan por la serranía durante tres horas en plena madrugada para poder llegar a la población más cercana a su comunidad y de ahí tomar un autobús que los lleve a más de dos horas a un internado donde estudian el primer año de secundaria. ¿Pero qué va a suceder cuando terminen la educación secundaria? Si nos ponemos a pensar muchos de nuestros jóvenes que habitan la ciudad no pasan por las penurias de los estudiantes de esos lugares, y desde luego no valoran lo que tienen, pues muchos de ellos sólo tienen que tomar un autobús para acudir a cualquier escuela del nivel que van cursando.
En algunas de esas comunidades no existen fuentes de empleo que puedan absorber a los futuros adultos en que se convertirán todos esos niños y jóvenes. Preguntando a qué se dedica la mayoría de la gente, encontramos que algunos trabajan parcelas, otros en la madera y en la minería pero definitivamente no hay ocupación para todos y muchos emigran hacia las ciudades o hacia Estados Unidos de Norteamérica. Todos sabemos que en la actualidad hay un enorme desempleo en nuestro país y desde luego en el “otro lado”, y esto ocurre cuando en estos momentos millones de jóvenes de todo el territorio nacional cursan sus estudios de educación media, y al terminar ésta, demandarán entrar a alguna universidad, o buscarán empleo, el cual cada día es más escaso y si en un futuro no crece la planta laboral en base a reformas que urgen se establezcan por parte de nuestros legisladores (ya pónganse a trabajar), éste nuestro querido México va en camino del desastre. Lo más alarmante del asunto es que muchos jóvenes no están conscientes de esa realidad, y tal vez piensan que sus padres los pueden seguir manteniendo hasta que ellos tengan 80 ó 90 años y que podrán seguir viviendo (como ocurre en muchos casos) en la casa paterna a pesar de ser ya mayores de edad y sin dedicarse a ninguna labor o trabajo productivo. Al día de hoy muchos jóvenes piensan que se pueden dedicar y tener éxito convirtiéndose en el artista de moda, (y si no me creen nada más infórmense de los miles o tal vez cientos de miles que se presentan a los “castings” de las famosas academias) otros que es mucho peor, engrosan las filas de la delincuencia organizada, con el fin de obtener “dinero fácil”, y todos los días nos enteramos de muchos de ellos que son ejecutados con gran crueldad y salvajismo por parte de las mismas organizaciones delictivas. De acuerdo a informes del sector salud, las adicciones entre los jóvenes de entre 15 a 25 años van en aumento, ya que muchos de ellos son atrapados en ese falso mundo de perdición. Pero hablando de perdición no todo está perdido pues también existen organizaciones de jóvenes con un alto sentido de responsabilidad y de valores éticos, que alivia en algo esta situación por la que estamos atravesando. Exijamos a esos políticos (que prometen componer el mundo) que cumplan su trabajo fomentando el empleo así como leyes más justas, para que el día de mañana nuestros jóvenes puedan tener una vida decorosa y digna que no sea producto de las adicciones. Oremos por ellos; por nuestros niños y jóvenes para que Dios los guíe por la senda del bien y vean que existen otros caminos en la vida, y no sólo el de las falsas ilusiones, las adicciones, la delincuencia o la violencia.
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