El mito. FranciscoVilla fue considerado por muchos sectores de Norteamérica y Europa como el primer gran mito latinoamericano del siglo XX.
A mí me parece que Villa simplemente fue asediado por los medios y él lo supo utilizar, pero no se ocupó a tal grado de manipularlos para construirse la imagen que muchos creen”, comenta Miguel Ángel Berumen, autor de Pancho Villa... La Construcción del mito, publicado por Editorial Océano, y quien comparte la visión académica de quienes piensan que el general Francisco Villa fue uno de los primeros mitos del siglo XX, por lo menos como figura y representación de un patrón popular y militar.
Haber sido la portada de la revista Leslies (cuyo tiraje era de 400 mil ejemplares) en diciembre de 1913, firmar un contrato con la Mutual Film Company, para grabar parte de su vida y la batalla de Ojinaga, lugar donde se tomó la imagen más popular de Villa, en la que se ve cabalgando con su ejército detrás, y haber conseguido atraer los reflectores internacionales, también son parte de los aspectos que giran en torno a la emblemática figura de Pancho Villa.
Antes del Mito
Cuando Villa es un foco de atención para los medios de comunicación a finales de 1914, incluso en su intento de posesionarse en la opinión pública norteamericana, como asegura Berumen, pudo haber sido una de sus intenciones al firmar el contrato con la empresa cinematográfica de Nueva York, ya era comandante de la División del Norte, había tomado ciudad Juárez, era gobernador de Chihuahua y lo consideraban un militar con mucho ingenio, respetado tanto por su tropa como por la tropa enemiga.
Para un hombre de origen popular que se dedicaba a las labores del campo, tener que huir de la ciudad a raíz del enfrentamiento que tiene con un hacendado, más que un dato biográfico, significa un proceso social vivido a través de un problema de desigualdad social, característico del México de inicios del siglo XX. Que a la fecha no sólo hace parte de las páginas de la historia contemporánea de México, también de más de 24 novelas donde se le menciona, cientos de corridos, un buen número de películas y varias obras de teatro en el mundo.
La eterna lucha de clases vivida desde su propia experiencia, es uno de los factores que aumentan la popularidad de Villa en los sectores más desprotegidos (la personificación del héroe) haciendo que la División del Norte se convierta en una esperanza de cambio para miles de personas, en septiembre de 1913, como lo explica Pedro Salmerón, autor de La División del Norte, publicado por Planeta, “El ejército de avanzada que logra reunir Villa, está constituido por personas de diferentes sectores sociales y laborales, pero con un mismo denominador, estar completamente desamparados”.
Villa y el cine
A partir de diciembre de 1914, investigadores como Miguel Ángel Berumen, aseguran que Villa entiende que su mito se empieza a percibir. A diferencia de otros hombres sobre los que se tejen mitos después de su muerte, el general revolucionario tuvo que lidiar con su propio mito en vida, consciente que había un personaje que no era él, pero que lo representaba e intentaba imitar su modo de ser.
Uno de los fenómenos que sucedían de manera alterna a las gestas revolucionarias, era la filmación de la segunda película sobre la vida del general. Donde la compañía norteamericana contrató a un actor francés para que hiciera de Villa joven, y Villa adulto era representado por el mismo militar que días antes había salido victorioso de duras batallas y también era odiado por muchos sectores de la sociedad mexicana que lo consideraban un bárbaro.
Curiosidades como que Villa encargara al general Eugenio Aguirre Benavides para que se hiciera cargo de los asuntos cinematográficos, que su abogado de El Paso le aconsejara cobrar un anticipo de 25 mil dólares, porque no sabía si saldría vivo de la batalla de Ojinaga o que la misma no se realizara en la noche sino en la mañana siguiente al día originalmente planeado, porque las cámaras no podían grabar, son parte de los acontecimientos que hicieron que Villa cargara con el peso de su creciente imagen.
De la popularidad al odio
Aun cuando el mito que se popularizó entre 1911 y 1914, mantiene su vigencia en el tiempo y se inmortaliza al saberse que existen más escuelas, calles, instituciones y lugares físicos bautizados con el nombre del general Francisco Villa, que con el de cualquier otro personaje de la Revolución, desde inicios del siglo XX hasta fechas recientes, hay quienes de la misma manera que algunos lo veneran, lo odian y tachan de bandido, bandolero, asesino y una serie de sinónimos que lo alejan de la imagen del gran militar.
Sin embargo a pesar de todas las calificaciones, en lo que concuerdan Miguel Ángel Berumen, Pedro Salmerón y Carlos Silva, este último director de la Revista 2010, Memorias de las revoluciones en México, es que la historia por sí sola no juzga, por lo que Villa sigue y seguirá siendo más que un personaje, un mito que representa una época y un proceso social.
El eco de su muerte
El 20 de julio de 1923 en las entradas de la ciudad de Parral, Francisco Villa sufre una emboscada que acaba con su vida, mientras se encontraba en compañía de su compañero de armas el coronel Miguel Trillo; el encargado de poner punto final a la leyenda viviente fue Jesús Salas Barraza, un acontecimiento que a pocos minutos de haber sucedido, le daba la vuelta al mundo a través de los mismos medios de comunicación que dieron vida al primer mito del siglo XX, Pancho Villa.
El mismo 20 de julio, El Siglo de Torreón a través de un especial que anexaba a su edición matutina, dio a conocer en exclusiva a nivel nacional, el atentado ocurrido a las 8:00 de la mañana y que terminó con la vida de Villa. El corresponsal que se encontraba en Parral, envió dos notas que además fueron fuente de varios medios de comunicación en todo el país.
