"Si piensas que puedes ganar, podrás ganar;
La fe es esencial para la victoria."
William Hazlitt
México no es un país que alcance la victoria con frecuencia. Por eso le prestamos tanta atención al triunfo del Ejército Mmexicano ante las tropas francesas en Puebla en 1862. Por eso también miles de mexicanos se lanzaron al Paseo de la Reforma de la Ciudad de México este 12 de agosto para festejar el triunfo del equipo nacional de fútbol frente a la selección de Estados Unidos.
Las celebraciones de los mexicanos, sin embargo, siempre tienen un dejo de inseguridad que se expresa en agresividad. Esto lo vimos el 12 de agosto. Primero, muchos de los asistentes al Estadio Azteca abuchearon el himno de los Estados Unidos. Más tarde, un grupo de celebrantes atacó a unos estadounidenses que tenían una bandera de su país y entraban al Hotel María Isabel Sheraton. Cuando un contingente de granaderos les cerró el paso, los mexicanos arrojaron piedras, botellas y hasta plantas arrancadas del camellón de Reforma.
Es muy raro encontrar una celebración multitudinaria en Estados Unidos por un triunfo internacional de alguno de sus equipos deportivos. Es tan usual que los deportistas estadounidenses queden en los primeros lugares internacionales que las victorias rara vez generan grandes festejos. Las mayores celebraciones en la Unión Americana son por triunfos de equipos locales en competencias nacionales de futbol americano y béisbol.
Los mexicanos casi nunca conseguimos un campeonato internacional en cualquier especialidad. Por eso festejamos victorias aisladas, como la de este 12 de agosto, como si fueran verdaderos campeonatos.
Algunos especialistas han sugerido que los triunfos deportivos pueden generar un mejor desempeño económico y social. Además de lazos evidentes, como el que las victorias producen mayores inversiones en publicidad y mayor asistencia a los estadios que se traducen en actividad económica, un buen desempeño de un equipo deportivo puede crear una mayor confianza de la gente. Al parecer esto puede llevar a mayores índices de inversión y de actividad económica.
Sea cierto o no, distintos países del mundo han decidido gastar grandes cantidades de dinero en impulsar el deporte de alto rendimiento. Se trata de naciones muy diversas, desde Estados Unidos hasta Cuba pasando por China.
México no ha dedicado grandes recursos al desarrollo de deportistas de alto rendimiento, ni ha organizado escuelas y centros deportivos para generarlos. Por eso nuestros resultados en contiendas internacionales son inferiores incluso a los que podrían esperarse de nuestro nivel de desarrollo económico.
La frustración que esto implica se manifiesta en las reacciones agresivas de los fanáticos nacionales. Los públicos estadounidenses y de otros muchos países suelen ser muy caballerosos con los equipos extranjeros que participan en su territorio en competencias internacionales. Muchos mexicanos, en cambio, reaccionan con un odio visceral que parece simplemente producto de un complejo de inferioridad.
Yo disfruté como cualquiera del triunfo de la Selección Nacional de este pasado 12 de agosto, pero me avergonzó el comportamiento de nuestros compatriotas en el estadio y en el ataque a los estadounidenses del Paseo de la Reforma. Entiendo que este comportamiento es producto de la inseguridad. Por eso pienso que la solución es tomar medidas que nos permitan lograr un mejor nivel de vida y alcanzar un mayor desempeño en los deportes de alto rendimiento. No hay nada que pueda darnos más seguridad, incluso al grado de respetar a los rivales, que hacer de México una nación triunfadora.
INDÍGENAS LIBERADOS
La decisión de la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia sugiere que decenas de indígenas encarcelados por la matanza de Acteal no cometieron más delito que ser objeto de un linchamiento político. Hoy se les libera, pero nadie podrá resarcir los casi 12 años que perdieron en la cárcel.
Www.sergiosarmiento.com