La visita del presidente de los Estados unidos Barack Obama a nuestro país esta semana, despierta grandes expectativas respecto a la atención de los problemas comunes que enfrentan ambas naciones.
En la agenda se encuentran programados diversos tópicos de interés que conciernen a la seguridad en ambos lados de la frontera; el tráfico de armas de norte a sur, el tráfico de drogas en sentido inverso y la migración de los trabajadores mexicanos hacia el mercado laboral estadounidense.
El tema de la renegociación del Tratado de Libre Comercio anunciado por Obama como candidato en las elecciones del año pasado ha quedado aplazado, sujeto a los ajustes que puedan derivar de sus propios mecanismos de aplicación como lo demuestra el reciente paquete de medidas sancionadoras adoptadas por México, frente a la oposición de la contraparte a la incursión de unidades mexicanas de autotransporte, en las carreteras del vecino país.
El encuentro es el segundo que sostiene el presidente Felipe Calderón con Barack Obama, sin contar la reciente coincidencia de ambos mandatarios en la reunión del Grupo de los Veinte celebrada en la ciudad de Londres hace dos semanas.
Los encuentros han estado precedidos de una insistente interpelación por parte del Gobierno de México, en el sentido de que el Gobierno Americano debe hacerse responsable del control del flujo de armas hacia el territorio nacional, como presupuesto indispensable para el éxito del combate al narcotráfico de este lado de la frontera, lo que implica que al estar interrelacionados en su esencia ambos problemas, su atención exige un compromiso y una labor conjunta.
Lo anterior con mayor razón si atendemos al mea culpa expresado en voz de la secretaria de Estado Hillary Clinton en su también reciente visita a nuestro país como adelanto de la reunión presidencial en puerta, en la que mostrando su grave preocupación al respecto aludió a la demanda insaciable de estupefacientes de la sociedad norteamericana, como la causa primera del círculo vicioso.
Obama viene a México precedido por sus recientes declaraciones en las que descarta la legalización de las drogas y en las que reconoce sin ambages el mérito del Gobierno Mexicano y del presidente Calderón, en la lucha contra el narcotráfico.
A la visita también antecede un cambio de actitud del Gobierno Norteamericano respecto a Cuba, que a partir del lunes pasado ha liberado las restricciones para visitar la Isla y enviar remesas de dinero, así como para facilitar los enlaces de comunicación satelital y telefónica con dicho país insular. Dichas medidas resultan positivas y sin duda contribuirán a hacer una realidad las aspiraciones de libertad de los habitantes de la Isla, como es la intención del presidente Obama según declaración de su portavoz oficial.
El realismo del que ha dado muestras el Gobierno de Obama en los ejemplos citados con anterioridad, permite esperar un cambio de actitud en el importante tema de los trabajadores mexicanos en los Estados Unidos, que incide en el mejoramiento de los índices de bienestar y desarrollo humano de los migrantes, a partir del reconocimiento y respeto a sus derechos y a su dignidad como personas.
Unas mejor relación entre ambos gobiernos que involucre a las sociedades de ambas naciones, pude ser el detonante cultural que revierta el deterioro humano del que se alimenta el tráfico y consumo de drogas, integrado al círculo vicioso de falta de educación, pobreza, violencia y muerte.