Salvo una pésima tarde de los pupilos de Javier Aguirre, el próximo sábado el equipo de México conseguirá su boleto para el Mundial de Futbol Sudáfrica 2010, luego de una ronda clasificatoria llena de altibajos.
Si gana o empata el partido contra El Salvador, el conjunto azteca quedará dentro de la contienda en lo que será su quinta aparición consecutiva en una Copa Mundial, luego de su controvertida ausencia en España 1990.
La clasificación del Tricolor se consiguió por dos factores principales: la llegada del director técnico Javier Aguirre, quien corrigió a tiempo el desastre por el que atravesaba el equipo mexicano luego de la fallida contratación de un timonel extranjero que no conocía a los jugadores mexicanos y menos al intrincado sistema del futbol profesional.
El segundo factor fue que "El Vasco" Aguirre pudo imponer sus condiciones, entre otras la de seleccionar libremente al plantel sin interferencias ni recomendaciones de los altos magnates del futbol de México.
Fue así que jugadores privilegiados tuvieron que regresar a la banca y volverse a ganar su puesto al tiempo que un veterano como Cuauhtémoc Blanco regresó por sus fueros y de manera sorpresiva se convirtió en el ariete de los últimos triunfos tricolores.
La presencia de México en Sudáfrica 2010 representa un gran respiro para la política mexicana y un bálsamo para algunos sectores de la economía.
Para el Gobierno de Felipe Calderón el 2010 será como el agua y el aceite en relación al 2009.
El descontento y la pasión popular se canalizarán hacia los jugadores y directivos de la Selección Mexicana, lo que permitirá descansar por unos meses al presidente Calderón, a su secretario Agustín Carstens, y a otros altos funcionarios públicos que en los últimos años han visto llover sobre mojado en cuanto a críticas y señalamientos.
Para la economía mexicana, especialmente para los emporios televisivos y las trasnacionales, la participación azteca en Sudáfrica 2010 será una oportunidad magnífica para saquear los bolsillos de los mexicanos y con suerte recuperar las pérdidas sufridas a lo largo de este fatídico 2009.
Ya podemos imaginar la serie de programas, promociones y campañas publicitarias que surgirán a partir de las próximas semanas con el ánimo de explotar el nacionalismo de los mexicanos en base a un equipo deportivo que con todo y sus avances no deja de ser un conjunto de mediana calidad en el panorama internacional.
Y los números lo dicen muy claro. México obtuvo en las rondas eliminatorias de los últimos cuatro mundiales cinco victorias, tres derrotas y cinco empates para acumular un total de 20 puntos, esto es un promedio de cinco puntos por copa mundial.
En las cuatro justas pasó a octavos de final, varias veces de panzazo, pero en todas perdió en los tiempos reglamentarios. Es decir en ninguna ocasión pasó a cuartos de final durante estos últimos veinte años.
Gracias al escándalo mediático y a la propaganda oficial, México llega a los mundiales como la gran esperanza, pero termina desinflado y dejando un halo de decepción entre la afición que le apuesta y le gasta hasta lo que no tiene.
Habría que ver a los cuarenta mil aficionados mexicanos que viajaron hasta Gelsenkirchen, Alemania, para ver perder a su equipo contra Portugal en un partido de baja calidad.
Por todo ello no creemos que será benéfico para México llegar a Sudáfrica 2010, al contrario será un nuevo pretexto para el derroche, la distracción y lo más grave: la enajenación de millones de mexicanos que una vez más les harán creer que su equipo tiene calidad y nivel para una copa mundial.
Que viva México y que siga la fiesta durante el 2010.