LA VIDA TIENE Que seguir. El país no puede detenerse. En medio de ráfagas de metralleta, de granadas de fragmentación, disparos de RK o de pistolas de grueso calibre, la vida debe y deberá continuar.
ACOSADOS POR EL MIEDO Los ciudadanos comunes y corrientes se tienen que levantar todos los días por la mañana en busca del sustento para proveer a su familia. Diariamente el ciudadano trabajador aborda el autobús que lo llevará a su centro de trabajo o el automóvil para asistir a tiempo a su oficina, temeroso de que en cualquier crucero le toque la mala suerte de toparse con una jauría de asesinos que buscan eliminar a sus competidores en la venta de drogas.
EL AMA DE CASA
Ocurre a los centros de abastos o supermercados a comprar los alimentos para su hogar, preocupada de que en cualquier momento irrumpan los cobardes asesinos en busca de sus compinches y pueda alcanzarla una sorpresiva ráfaga de fuego.
EL ESTUDIANTE
Se desplaza a su escuela o universidad confiado en que a él no le podrá tocar la mala suerte de encontrarse en determinado momento en el lugar indebido y quede atrapado en un fuego cruzado entre sicarios.
LOS COLONOS
De los barrios pobres viven también atemorizados. Se sienten rodeados de nuevos vecinos y personas que antes no habían visto por sus lugares, y que a diario ven caer abatidos por los disparos de sujetos desconocidos que se disputan los territorios.
LOS POLÍTICOS VIAJAN
También temerosos a sus despachos de Gobierno, con la esperanza de no ser alcanzados por una granada de fragmentación o por los disparos a discreción de asesinos emboscados en veloces camionetas.
LOS COMERCIANTES
Levantan todos los días por la mañana las cortinas de sus negocios, rogándole a Dios no ser asaltados y despojados de su mercancía por los asesinos anónimos que recorren impunes las calles de las ciudades mexicanas.
LOS COMENTARIOS
En reuniones, fiestas o tertulias de amigos y familiares, se vienen limitando a relatar qué amigo o qué amigo de un amigo fue secuestrado y extorsionado la semana anterior.
MUCHOS HOMBRES
De dinero con sus familias, han preferido cambiar su domicilio del otro lado de la frontera, muy especialmente en San Antonio, Texas, huyendo de las balas perdidas, de los secuestros y de la extorsión.
LAS POLICÍAS
De todos los colores y sabores, esto es, federales, estatales o municipales se han venido dedicando estos últimos meses a la simple y triste tarea de levantar cartuchos del suelo, los detonados por los delincuentes que quedaron tirados en el lugar de los hechos, para después huir sin dejar rastro alguno, (a la fecha esas policías deberán tener suficientes cartuchos percutidos como para montar el museo más grande del mundo de cartuchos).
LOS RESTAURANTEROS
Están que se truenan los dedos. Sus clientes no quieren ya salir de sus casas a comer fuera, ni los domingos. Prefieren pedir comida rápida para ver el futbol muy tranquilitos dentro de sus cuatro paredes y no arriesgarse a un salto a plena luz del día.
LAS FUERZAS POLICIACAS
Y militares no detienen a nadie. En todos los operativos el parte de guerra que se da a la prensa es: "No hubo detenidos" o "Las camionetas de los sicarios tomaron rumbo desconocido por tal bulevar y no fueron localizadas. Los delincuentes se vuelven invisibles y desaparecen para penetrar en la misteriosa cuarta dimensión de que hablan los físicos quánticos.
LO MALO DE TODAS
Estas terribles cosas que están sucediendo en nuestro país, es que la ciudadanía ya se está acostumbrando a ver el crimen como una cosa natural. Hoy siete muertos, mañana diez, la semana pasada fueron quince y así hasta el infinito. Estamos en peligro de convertirnos de un país de cínicos, además, en país de criminales y lo peor de todo esto, es que vayamos aceptándolo como una cosa muy natural y también inevitable.
NO HAY DUDA
Que la nación entera y al margen de cualquier tipo de color ideológico o partidista, nos encontramos enfrascados en una verdadera guerra, no especialmente en contra del crimen organizado, sino que se está afrontando una verdadera "guerrilla urbana" lo que no es lo mismo. Esta guerrilla urbana no tiene forma, no tiene cara, se diluye y por lo mismo es difícil de combatir, la que no se podrá perder jamás.
PERO MIENTRAS TANTO
La vida deberá continuar.