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¡Y los agarro a patadas!

El filósofo de Güémez

RAMÓN DURÓN RUIZ

Ante una iglesia repleta de feligreses, el sacerdote de Güémez oficiaba la misa del domingo; el párroco era un portento de orador, inclinado a deleitarse en la homilía, pero ese día era distinto, algo pasaba que se le notaba nervioso, alterado y algo perturbado.

De pronto, a mitad del sermón, interrumpió la exégesis, y dirigiéndose a una jovencita, que, sentada en la banca de mero adelante, llevaba rato estirando hacia abajo una diminuta minifalda, misma que no cubría lo que la moral y las buenas costumbres exigen que se tape, le dice:

-Mijita, no insistas; buena voluntad no te falta... ¡lo que te falta es tela!

Pues guardadas las debidas proporciones, pero al revés, lo mismo les sucede a nuestros políticos nacionales con la indispensable y a la vez necesaria "refundación de la República", a ellos no les falta tela... ¡¡lo que les falta es buena voluntad!!

En verdad que se requiere buena voluntad de nuestros políticos nacionales para entender que nuestro modelo de país se encuentra agotado; no puede seguir como está: sin resultados positivos que nos convenzan a todos, con una confrontación estéril, con desigualdades profundas, que a lo único que nos conduce es a la producción de más pobreza extrema, desempleos, y con ello, a la pérdida de competitividad.

Cada día se hace más necesario arribar al momento culminante de la alternancia democrática del 2000, refundando la nación para anteponer los supremos intereses de la patria por sobre los de nuestra partidocracia, desterrar la mediocridad que inunda nuestra política nacional, buscando restaurar la vitalidad de la República, para que nuestra alternancia democrática sea exitosa y se coloque a la familia -y no a los partidos- en el centro del quehacer nacional.

El país, lamentablemente, refleja penurias, insuficiencias y atrasos que se proyectan en una economía que se rezaga cada vez más, porque nuestros políticos pierden el tiempo con luchas innecesarias, mientras otros países ganan posiciones en la economía mundial, porque, debido a la unidad nacional y las reformas que estructuraron, se mueven más rápido.

Nuestros políticos han ponderado más las diferencias que nos separan que las coincidencias que nos unen y parecen ignorar el clamor social que, inconforme con su trabajo, tiene una desconfianza total en los partidos, voz del colectivo social, la cual discrepa de su mediocre actuación y les exige avanzar en el restablecimiento de un gran acuerdo político nacional que rescate la capacidad para renovar las instituciones que nos conduzcan a recobrar la credibilidad perdida.

No se trata de cambiar por cambiar -a tontas y locas-, sino refundar para la competitividad y el empleo, para "pasar del sufragio efectivo a la democracia efectiva". Refundar la nación -hoy- nos lleva a saber que México es mucho más que un Gobierno de ocurrencias y desavenencias de sus partidos y sus políticos, es una patria para renovar, consolidar y fortalecer su marco institucional, un terruño amado en el que se puede amar, trabajar, luchar, cantar, reír, creer... y crecer.

Esto me recuerda aquella ocasión cuando van a la iglesia de Güémez a pedir perdón tres personajes:

--Señor -exclama el diputado César Nava, presidente nacional del PAN-, quiero pedirte perdón por lo mal que hemos manejado la crisis, generando a la vez más pobreza y desempleo.

--¡Dale gracias al Señor! -dice el cristo de la iglesia.

--Padre, yo... -señala Paco Rojas, el líder de la fracción parlamentaria del PRI en la Cámara de Diputados-, te quiero pedir perdón por el adefesio fiscal que aprobamos en el Congreso.

--¡Dale gracias al Señor! -se escucha decir de nuevo al cristo de la iglesia.

--Señor, yo... -exclama López Obrador-, te quiero pedir perdón por convocar a la confrontación, a la toma de calles, instalaciones petroleras y a la resistencia civil.

--¡Dale gracias al Señor! -dice nuevamente el cristo de la iglesia.

--Nos estamos arrepintiendo -exclaman al unísono los tres-, y lo único que dices es ¿"Dale gracias al Señor"?

--¡Sí! -exclama el cristo de la iglesia-, ¿qué no ven a los miles de pobres y familias desempleadas sufriendo por culpa de ustedes? Denle gracias al Señor que estoy acá, clavado, porque si no, me bajo ¡¡¡y los agarro a patadas!!!

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