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Y tu familia también

Genaro Lozano

Esta semana se celebró en la Ciudad de México el llamado VI Encuentro Mundial de las Familias. El Papa Joseph Ratzinger decidió continuar con esta iniciativa de su predecesor, Karol Wojtyla, quien lanzó estos encuentros en 1992 con la idea de analizar el estado actual de “la familia.”

Las últimas dos décadas han sido particularmente difíciles para la Iglesia Católica mundial. El número de fieles se ha visto reducido, las parroquias cada vez están más vacías. En América Latina, las iglesias cristianas avanzan cada vez más.

Durante los años 90, la Iglesia Católica se vio envuelta en una serie de escándalos mayores. Acusaciones de presuntos abusos sexuales contra menores por parte de miembros de la jerarquía católica en EU, México, Brasil, Canadá, Irlanda, Francia se dieron a conocer en todo el mundo, al tiempo que una nueva generación de hombres y mujeres de la fe católica empiezan a cuestionar la validez de algunos principios del Vaticano, como el celibato, el sacerdocio exclusivamente masculino, el rechazo al uso de preservativos, la condena a la homosexualidad, etc.

Los encuentros de las familias estaban dirigidos precisamente a hacer un diagnóstico de cuál es la situación y los cambios en las actitudes de las familias. Sin embargo, con el paso de los años, tal vez el diagnóstico que encontró la iglesia no le gustó al ver cómo la otrora “familia nuclear” o “familia tradicional”, compuesta por un padre y una madre, unidos en matrimonio religioso, y por su descendencia, ha cambiado drásticamente.

Tan sólo en México, de acuerdo con datos del Consejo Nacional de Población (Conapo), la familia tradicional representaba el 75% de las familias en México en 1990, mientras que en 2007 representa el 65%. Al mismo tiempo, también de acuerdo con la Conapo, dentro de los arreglos familiares heterosexuales, hasta un 70.8% de las mujeres unidas en pareja, de entre 15 a 49 años de edad, utilizan algún método anticonceptivo. De igual forma, muchas parejas heterosexuales deciden no contraer matrimonio ni legal ni religioso y simplemente iniciar un arreglo familiar, con o sin hijos.

Y qué decir de las familias conformadas por una madre divorciada o viuda y sus hijos. Qué de las familias encabezadas por una mujer cuyo esposo emigró en busca de un trabajo. Qué de las numerosas familias conformadas por una pareja del mismo sexo, con o sin hijos, o por una pareja de personas trans. Si las cifras de Conapo son ciertas, 3.5 de cada 10 lectores de esta columna vive o creció en un ambiente familiar distinto al ideal de la familia nuclear alabado por la Iglesia Católica y, ante los ojos de la jerarquía católica, este tipo de familias ¿es una amenaza al futuro de la humanidad?

A 17 años del primer encuentro, hoy sus objetivos son más claros que nunca. No se trata de analizar la situación de las familias para que la Iglesia se actualice. Se trata de incidir en la agenda de los legisladores del país anfitrión, como fue evidente durante el video-enlace con el que Ratzinger clausuró el encuentro, llamando a respetar y legislar a favor de “la familia.”

Irónicamente, ese video-enlace refleja el mundo virtual en el que se encuentra atrapada la Iglesia, desenchufada de la realidad de miles de personas que abandonan a esta institución por no sentirse reflejadas por ella al no ser reconocidas por una Iglesia que defiende la dignidad de los que llama los “no-nacidos”, pero que desconoce la de millones de personas que están vivas; de una iglesia que defiende “la santidad del matrimonio”, pero que disuelve sin chistar el matrimonio si se lo pide un ex presidente; de una Iglesia que en pleno siglo 21 se encuentra atrapada entre este tipo de contradicciones.

La Iglesia Católica es una institución religiosa, social y política milenaria y fundamental para millones de personas. Su papel histórico es indiscutible. Como cualquier otra institución corre el riesgo de volverse irrelevante si no se actualiza. Al igual que a cualquier otra institución, la sociedad, los cambios generacionales y las actitudes sociales la han rebasado desde hace varias décadas y la Iglesia en lugar de reaccionar ante estos cambios y adaptarse a ellos, sigue empedernida en negar la realidad.

Politólogo e Internacionalista

Comentarios: genarolozano@gmail.com

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