Lo que llamaba poderosamente la atención de quien la miraba, era su arrogancia hechizante y su apabullante personalidad. Tenía ojos prodigiosos que a los cinéfilos de aquellos años, aun en la edad de la inocencia, los hacía quedar embobados, con la baba colgando. Hablo de épocas pasadas, que parecen perderse en la bruma del tiempo, dando la impresión de que fueron imaginadas como si nunca hubieran existido. La ciudad era otra, la poblaban gnomos y elfos. Torreón Jardín apenas despuntaba. No existían Los Ángeles, La Rosita, San Isidro, etcétera.
Torreón era apenas un centro comercial, entonces esplendoroso y aun no se habían abierto los anchurosos bulevares de hoy en día. La veo moverse en la pantalla llena de gracia, dotada de una arrebatadora personalidad. Era menudita, lo que no impidió que fuera tremendamente atractiva. Quien la viera no la olvidaría jamás. No se crea que era una más dentro del mundo del espectáculo. Tenía el embrujo de una tarde de otoño, cuando caen las hojas secas por la vereda que bordea entre los árboles. A mi parecer todo eso y más era la actriz Bette Davis. Con sus peinados de la época lucía esplendorosa y divina.
Me la ha recordado el look de los años treintas de Denise Dresser cuya foto apareció el martes anterior en este periódico, dentro de la junta de quienes integran la campaña que pretende reducir el dinero público que se entrega a los partidos políticos. Se escuchaba su voz en el salón, al que habían acudido organizaciones cívicas, agrupaciones políticas, personajes del mundo académico y ciudadanos interesados.
Los asistentes la escuchaban atentos. Se veía dueña de sí misma. Hablaba de la democracia. Ese sueño que desde el ágora en Grecia no dejaba de sorprendernos. Leía: Tenemos una democracia de alto costo y bajo rendimiento, en tanto los partidos políticos están muy cerca del erario pero lejos de la población, por lo que se promueve una partidocracia que parece más bien una cleptocracia rotativa. Dijo que se pretende reducir el dinero público a los partidos que compiten en los procesos electorales.
Agregó que en los partidos solamente confía un 4 por ciento de la población. Los presentes en el acto miraban con cierta nostalgia cómo la democracia, en labios de la sustentante, se había transformando groseramente, perdiéndose su esencia en los partidos, hasta convertirse en un negocio redondo donde participan quienes encuentran en ella un modus vivendi, perjudicando la vida cívica del país.
Una mujer inteligente que sabe de las vicisitudes que han vivido los mexicanos para encontrar la llave que abra plenamente las puertas de la democracia. Sin ataduras en la lengua habla de los partidos que se han venido convirtiendo en oficinas electoreras de algunos gobernadores con aspiraciones, como antes lo fueron del presidente de la República, indicando que los partidos políticos dejaron de ser las entidades fundamentales de la democracia para convertirse en parte del entramado de los poderes fácticos, representando menos a los ciudadanos y cada vez más a sí mismos.
Esto ha dado lugar a una relación perversa entre los partidos y los electores pobres, los medios de comunicación y al interior de los mismos partidos. De ahí que exprese que en vez de partidocracia parece una cleptocracia.
Se vale de un neologismo, ya que utiliza el término cleptomanía que es la propensión morbosa al hurto y democracia, de la cual utiliza la parte final, cuyo significado es dominio o poder, de donde se puede elaborar la definición de hurto que es tomar o retener o desviar bienes ajenos contra la voluntad de su dueño, distinguiéndose del robo, en que en este último se emplea violencia o intimidación en las personas o fuerza en las cosas. La cleptocracia, así expuesta, sería el poder de los ladrones, que con el paso de los años sólo cambia de manos.
La exigencia es que se reduzcan los fondos económicos que se entregan a los partidos políticos. Se indica que en México el costo de un voto es de alrededor de 224 pesos en tanto que en otros países como el Brasil es de 4 pesos, comparación que se hace con base en datos de Alianza Cívica.
De ahí que se calcule que si no se reduce el financiamiento público para el 2010 representará una bolsa de 3 mil 012 millones de pesos.
Es por esto que Denise Dreseer y otros destacados personajes de los diversos organismos privados Alianza Cívica, Propuesta Ciudadana y Asamblea Nacional Ciudadana, reactivan la campaña "Ya bájenle" cuya pretensión es la de reducir el dinero que se entrega a los partidos políticos, "usando una expresión coloquial para que mejor me entiendan". En fin, si lo logran o no depende de la respuesta de los ciudadanos.