Quién sabe qué les está ocurriendo a últimas fechas a los psicópatas y magnicidas en potencia. En los viejos tiempos, cuando los desequilibrados querían atacar a algún prominente político, lo hacían usando rifles equipados con miras telescópicas (Lee Harvey Oswald) o de perdido pistolas automáticas (John W. Hinckley, Mario Aburto). Pero en este ridículo Siglo XXI, las agresiones contra los poderosos resultan patéticamente extrañas: les tiran zapatazos, o les dan en la nariz con souvenirs para turistas.
El ataque sufrido por el Primer Ministro de Italia, il Cavaliere Silvio Berlusconi ha resultado la comidilla de la semana por varias razones. Una de ellas, por supuesto, es que el arma agresora haya sido una reproducción en miniatura de la catedral de Milán. Edificio que, la verdad, tiene muchas, pero muchas puntas. Digo, si le han dado con el Coliseo a lo mejor no le va tan mal. Al menos ése está chato.
Por otro lado, resulta difícil concebir una falla más notoria en la seguridad de un político de alto calibre. El agresor, un hombre perturbado de sus facultades mentales, logró acercarse prácticamente a un lado del magnate de las telecomunicaciones, y darle el catedralazo. Lo cual demuestra que por más precauciones que se tomen, por más guaruras que rodeen a los famosos, siempre hay una manera de burlar la vigilancia. Sin planearlo, sin pensarlo mucho, como al parecer fue el caso del atacante de Berlusconi.
Lo que sorprende todavía más de las fallas de seguridad es que el ambiente político de Italia se halla muy tenso desde hace buen rato. Las expresiones a favor y en contra de Berlusconi han ido subiendo de tono, de manera tal que los insultos y diatribas son ahora cosa de todos los días en la atomizada política italiana. En un ambiente de (ésa sí) polarización, era de preverse algún incidente desagradable. ¿Cómo pudo pasar, pues?
Con otra: la segunda esposa de Berlusconi le ha demandado el divorcio, a consecuencia de las aventurillas del Cavaliere. Y según las declaraciones de la dama, no sólo desea dejarlo en la inopia: quiere despellejarlo vivo por andar de tingo-lilingo con jovencitas 30 años más jóvenes que ella: eso no lo perdona ninguna mujer. Sólo por eso, por cuidarlo de su cónyuge, Berlusconi debía haber tenido un equipo de seguridad de primera.
El último incidente, que lo dejó con nariz fracturada y dos dientes desportillados, cierra un año en que a Berlusconi le ha ido como en feria. No sólo por los escándalos sexuales; también porque las cortes italianas le han ido retirando inmunidad, y podrá ser procesado por diversas acusaciones de corrupción; y apenas la semana pasada un mafioso lo relacionó con los bajos fondos de la península. Sí, lo que Berlusconi quiere es que ya se acabe 2009. Aunque el próximo año tampoco le pinta muy bien.