Festejo. La maestra Josefina Aguayo de la Cruz cumplirá 31 años como maestra, y desde hace 15 trabaja en la primaria Felipe Carrillo Puerto en donde da clases a los alumnos del sexto grado de primaria.
Durante mucho tiempo la maestra Josefina caminó tres kilómetros de ida y otros tres de vuelta, para dar clases en la primaria del ejido Granada. Recuerda que en ocasiones algún repartidor de gas o de refrescos le daban "raid" cuando la veían bajar del camión.
Con 31 años trabajando en las aulas, Josefina Aguayo de la Cruz tiene muchas historias qué contar. "Cuando cursaba el tercer grado en la primaria Felipe Carrillo Puerto, mi maestra Sabina nos dio una clase muy interesante en la materia de Estudio de la Naturaleza, y me gustó tanto que desde entonces me propuse seguir su ejemplo".
Y Josefina no se arrepintió de su decisión, pues en la Escuela Normal de Lerdo tuvo como maestro a José Santos Valdés, quien fue otro ejemplo a seguir, "me siento muy afortunada de haberlo tenido como profesor".
Tenía 20 años cuando por primera vez estuvo a cargo de un salón de clases. Fue en la primaria del ejido Solís de Matamoros, en donde sólo duró un mes porque fue trasladada a la escuela de la comunidad de Granada, también ubicada en ese municipio.
"La primera vez que di clases me sentí muy orgullosa, pero después tuve miedo porque me di cuenta de la gran responsabilidad que tenía enfrente. Me acuerdo que para ir a la primaria de Granada caminaba tres kilómetros porque el camión no entraba al rancho".
En ocasiones le daban "raid" los repartidores de gas o de refresco, "el primer día sentí que nunca iba a llegar pero después me acostumbré, además tres kilómetros no es mucho camino. A los dos años me compré un carrito".
Josefina también fue maestra durante 12 años en la primaria Ex presidente Lázaro Cárdenas, en el ejido El Perú, y ahora está por cumplir 15 años en la escuela Felipe Carrillo Puerto, de donde fue alumna.
"Se cumplió mi sueño de trabajar en la escuela donde nació mi inquietud de ser maestra. Y llegué aquí por mi trabajo, y no necesité palancas ni pagar nada para lograrlo. Siempre he luchado por superarme. Ahora estoy en el más alto nivel de la carrera magisterial y asisto a todos los cursos de capacitación".
La maestra dice que se siente satisfecha porque en todos estos años ha realizado su trabajo con responsabilidad, "lo que me da tristeza es que el niño está perdiendo mucho el interés por el estudio. Se la pasan con el celular, la televisión o con el Internet, y ya no se interesan por los libros".
En ocasiones, Josefina siente que ya es tiempo de decir adiós a las aulas, "las nuevas generaciones son muy inquietas. Antes el maestro era un apóstol, y ahora ya no hay respeto para nuestro trabajo".
Ahora, comenta, los padres de familia se quejan si los maestros regañan a sus hijos, "aquí vienen y les dan pláticas a los alumnos sobre sus derechos humanos, que pongan quejas si los tratan mal, pero yo me pregunto: ¿si los niños se portan mal con quién nos vamos a quejar nosotros?".
Aunque en muchas ocasiones la maestra ha estado a punto de perder la paciencia con sus alumnos, dice que jamás nunca se le ha ocurrido pegarles, "a veces se lastima más con las palabras, y ahora hay niños muy groseros y eso nos duele a los maestros. Los pequeños son muy nobles y saben comprendernos cuando nos acercamos a ellos para platicar".
"A mis alumnos siempre les digo que somos un equipo, donde están ellos estaré yo, y si pierden o ganan yo también pierdo y gano", dice la maestra.
JOSEFINA AGUAYO
Maestra
