Ya son más de diez días del proceso electoral para renovar alcaldías y que llevarán el primero de enero a Eduardo Olmos a relevar a José Ángel Pérez, y vale la pena comentar anécdotas de lo que se vive en los tiempos electorales.
Primero que nada, hay que señalar que la tendencia indicaba que el PRI arrasaría de acuerdo a los últimos resultados vividos, particularmente en Coahuila donde había ganado hace un año en la renovación del Congreso local de todas, todas, y en julio, aparte de ser tendencia nacional, nuevamente se había quedado por amplísimos márgenes con los siete distritos federales que existen en el Estado.
La percepción y realidades de las calificaciones de los titulares del Poder Ejecutivo en sus tres órdenes de Gobierno, eran por supuesto otro indicador de lo que habría de pasar hace 12 días exactamente. El presidente Calderón apenas si ronda el seis y medio, y es que la crisis, la violencia que sigue imparable, y el gasto exacerbado del Gobierno en el gasto corriente, sin considerar el abusivo paquete fiscal que vía Hacienda ha presentado al Congreso de la Unión, se debe de dar de santos que no esté más abajo. El gobernador Humberto Moreira es en algunas encuestas nacionales, el mejor calificado, y es que su popularidad debe tener cierto sustento, porque ya van cuatro años en que el profesor está en ascenso su calificación. Lástima que Torreón sea para él una contrariedad. El todavía alcalde sacó un feo cinco reprobatorio en una de las últimas encuestas de EL Siglo, y aunque tal vez es más percepción que realidad, esta administración está terminando desmoronada, y sobre girada en gastos.
A estas condiciones, hay que añadir la poderosa estrategia que diseñaron desde hace cuatro años, los hermanos Rubén y Humberto Moreira en vías de arrebatarle Torreón al PAN, que ligó dos alcaldías consecutivas. Es desconocido para quien esto escribe donde es el momento en que el clan Moreira decide facilitarle al hoy alcalde electo Olmos el camino para que tuviera su revancha electoral y convertirse en el presidente de Torreón. Se puede señalar que los hermanos gobernantes, decidieron ponerle un poquito de pimienta al tema de la candidatura a la Presidencia Municipal, donde le dieron falsas expectativas a Antonio Juan Marcos, pero el hecho era claro que desde siempre se dedicaron a construir la figura de Olmos, tal como sucedió.
Con estas circunstancias inició la campaña formal allá por el quince de septiembre pasado, y todo mundo sabía que ya se conocía al ganador. La carrera iniciaba con un PRI en los cuernos de la luna y con un PAN ya desgastado por los nueve años que están en la Presidencia de la República y por el destrozo de los servicios municipales todos, a cargo de un panista, que hacen que la obra hecha por el Ayuntamiento simplemente no brillara. Sin embargo, Jesús de León, a la sazón candidato del PAN, entró en una lucha con todo tratando de remontar una ventaja que se veía casi imposible, tal como sucedió.
Ciertamente hubo una reducción de la distancia con la que un mes antes se percibía, pero aún así el papel del PAN en la jornada electoral de Torreón ha sido un sensible retroceso para el partido que tanto tiempo tuvo que esperar su oportunidad de gobernar y que tan rápido la ha tirado por la borda. Una anécdota interesante, fue que en las clases económicas más pudientes, que tradicionalmente apoyaban abierta o veladamente a Acción Nacional, hoy tuvo muchos visos de cargarse con el PRI, quizá por la conveniencia de sus intereses, o tal vez por el ambiente ríspido que en esos círculos también genero el edil Pérez.
Vuelta entonces a la página, el PRI tiene ahora en sus manos el poder porque tanto, y con las mañas de siempre, luchó. El PAN se va ahora a la fría banca donde tendrá que recapacitar su tránsito en el poder, donde una vez en él, replicaron los vicios que tanto criticaron y olvidaron rápido los valores que su organización tanto proclamó por muchos años.