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¡Za zdorovyah! (Pero con moderación)

EL COMENTARIO DE HOY

FRANCISCO AMPARÁN

Cuando uno piensa en "un desastre nacional", las imágenes que suelen venírsenos a la mente son calamidades de origen natural: terremotos, huracanes, inundaciones, tsunamis; o bien, los producidos por la simple estupidez de las élites humanas: derrames de petróleo, escasez de alimentos, relevos irresponsables en el Banco de México y Hacienda, qué sé yo.

Pero rara vez pensamos que las aficiones de toda una nación constituyan "un desastre nacional". Y ése es precisamente el término que ha usado el Gobierno ruso para referirse al consumo de alcohol en su país.

Lo cual no es ninguna novedad: de Pedro el Grande (quien gobernara con mano de hierro a principios del siglo XVIII) para acá, todos los gobernantes rusos han intentado de una manera u otra, por las buenas o por las malas, moderar el consumo que sus conciudadanos hacen del jugo de papa. Todos han fracasado. Y es que los rusos son muy ingeniosos para darle la vuelta a todo lo que se les atraviese para gozar del vodka. De hecho, todo ruso bien nacido es capaz de hacer una bebida espirituosa en la bañera de su departamento. Según nos decía un profesor de la maestría que estudiara allá, sólo se necesitan papas, azúcar y unas mangueras. No, nunca nos pasó la receta. Y no, no sé para qué rayos son las mangueras.

Claro que hay muchos otros pueblos muy dados a empinar el codo. Pero en el caso de Rusia, ello está teniendo efectos tremendos en términos demográficos.

Por un lado, los problemas por alcoholismo hacen que Rusia (desde tiempos soviéticos) sea uno de los países con tasas de divorcio más altas del mundo. Comunistas, oliendo a ajo y aparte borrachos, a ver quién los aguanta.

Pero por otro lado, especialmente después de la caída de la URSS, los índices de alcoholismo en Rusia han logrado lo que rara vez ha ocurrido en la historia: que un país, sin hallarse en guerra, vea disminuir la expectativa de vida de su población.

Efectivamente: la expectativa de vida del hombre ruso promedio es de 60 años. La de las mujeres, que no beben tanto, es de 73. Una abismal diferencia de 13 años, debida en gran medida al consumo desmedido de alcohol.

En la Europa de los 27, Estados Unidos y Canadá, un joven de 18 años tiene un 90% de probabilidades de llegar a edad de retiro. En el caso de Rusia es de apenas 50%: uno de cada dos rusos no alcanzará la Tercera Edad por andar probando las escalas del señor Louis Joseph Gay-Lussac.

¿Por qué chupan los rusos con tanta fruición? Algunos hablan de la melancólica alma rusa. Otros, de esos condenados inviernos, cuando se recurre a lo que sea para calentarse. Los más sensatos hablan de las fracturas y tensiones de los últimos 20 años. Pasar del comunismo al capitalismo, de temible superpotencia a país marca Patito, no resulta muy positivo para la salud mental.

En todo caso, el Gobierno ruso acepta sugerencias de cómo paliar ese "desastre nacional". Cuestión de ponerse a pensar junto a los amigos... y un six.

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