En lo que representó la bienvenida a su nuevo director general, Juan José Suárez Coppel, Pemex intentó manipular por la vía del albazo una licitación pública.
La manzana de la discordia era un contrato de 500 millones de dólares.
La información, filtrada entre las sombras a la empresa coreana Samsung, hablaba de un fallo en favor de la firma italiana Saipem en la posibilidad de un contrato para producción de gasolinas limpias en las refinerías de Tula y Salamanca.
El problema era que la oferta de ésta era mayor en 50 millones de dólares a la presentada por la coreana (408 frente a 458 millones), a la que según ello se le habría descalificado por habérsele detectado 18 irregularidades en su propuesta. El golpe, pues, parecía impecable: el funcionario se estrenaba con una trampa para favorecer a una firma que por lo demás no tenía según ello ni la experiencia ni la infraestructura para cumplir el mandato de inyectar ultrabajo azufre a los combustibles. Más de lo mismo en Pemex.
Lo cierto, sin embargo, era que el escenario era muy distinto. De entrada, el fallo original planteaba la declaración de desierta de la licitación, al no cumplir ninguna de las cinco firmas inscritas con los requisitos previstos en la convocatoria.
Para empezar, se requería que exhibieran una calidad crediticia otorgada por las calificadoras equivalente a BBB+, es decir garantía de solvencia aceptable, requisito sólo cubierto por tres de ellas: Samsung, Saipem e ICA Fluor Daniel. Isolex/Santosa, tenía BB+, en tanto la última de los participantes, la española ACS/Dragados, calificó con BBB-. Las ofertas de éstas se disparaban hasta 546 y 551 millones de dólares respectivamente. En el papel, pues, sólo tres pelearían el contrato.
Sin embargo, las firmas Samsung, Saipem e ICA Fluor, cuyas ofertas eran de 408, 458 y 506 millones de dólares respectivamente, acumularon un caudal de puntos malos al no cumplir con los requisitos previstos en la convocatoria. De hecho, ya no fue necesario evaluar sus ofertas económicas y financieras.
Lo inaudito del caso es que en el camino la coreana Samsung ofreció, fuera de lo previsto en la convocatoria, corregir algunos errores en su propuesta, lo cual elevaría la oferta inicial a 418 millones de dólares, es decir 10 más.
Naturalmente, la posibilidad fue desechada, por más que se sembró la duda de si habría habido alguna filtración desde el interior de Pemex sobre la disparidad entre la segunda y la mejor oferta.
Se diría, pues, que la coreana se había quedado muy corta en sus cálculos, o el resto de las licitantes se había ido de la mano para engordar sus ganancias.
El caso es que, desechada su estrategia, Samsung se fue a la ruta de la impugnación ante la Secretaría de la Función Pública.
ICA Fluor y Saipem, por su lado, harían lo mismo.
Sin embargo, ninguna de las tres inconformidades prosperó por falta de elementos.
Interrumpida la licitación cuya convocatoria se había publicado el 11 de septiembre de 2008, presentándose las ofertas el 30 de marzo del actual, para otorgar el fallo el 28 de mayo, ésta se reanudaría el 21 de agosto.
La sorpresa es que de inmediato Samsung entregó copias de una oferta no solicitada en la cual garantizaba mantener el precio original de 408 millones de dólares, además de reducir el plazo para realizar la tarea; aceptar un mayor porcentaje de contenido nacional, y colocar como socias a empresas mexicanas.
Sin embargo, de acuerdo con la ley la oferta no podía ser considerada dada su extemporaneidad, en paralelo, naturalmente, a dejar en desventaja al resto de los contendientes. La venganza llegaría con la exhibición del supuesto fallo que según ello daría Pemex a favor de la italiana Saipem.
Zancadilla, pues, a la nueva administración de la empresa pública.
Por lo pronto, la estrategia remitió a la realizada por el consorcio coreano Comproca, en que participaba la firma SK Engineering, para obtener un contrato para reconfigurar y modernizar la refinería de Cadereyta, Nuevo León, es decir fijar un precio reducido, explotado con materiales de segunda y mano de obra gratuita
Y por lo pronto, además, la paraestatal está analizando la mejor forma de reabrir el proceso bajo condiciones de transparencia y equidad. Como lee usted, pues, las trampas no tienen la patente oficial. También en las empresas hace aire.
BALANCE GENERAL
A propósito, colocada en el centro de la intriga para crear confusión, la firma italiana Saipem que encabeza Piero Cicalese anunció ayer su intención de no competir más por contratos de Petróleos Mexicanos. La exposición de motivos habla de tres intentos frustrados: el primero para la construcción de una planta de etileno en el Complejo Petroquímico Morelos, aduciéndose que la paraestatal no tenía gas natural para alimentar la factoría.
El segundo por el contrato de combustibles limpios conocido como paquete dos, cuya licitación la ganó ICA Fluor, pese a que se consideró mejor calificada su oferta. El tercero es el que le señalamos al principio de la columna.
La empresa ha construido 36 refinerías en todo el planeta.
PROCAMPO EN LA MIRA
En la rebatiña por ajustar el gasto a la escasa disponibilidad de recursos, en un eventual rechazo al IVA general de 2%, disfrazado de contribución para el combate a la pobreza, el PAN está planteando la posibilidad de desaparecer el subsidio que se otorga a los productores del campo, bajo el nombre de Procampo. Estamos hablando de 22 mil millones de pesos.
La exposición de motivos habla de distorsiones graves en su aplicación, que oscilan desde la obsesión por sembrar sólo un conjunto de cereales, hasta el mantener fantasmas en el padrón.
CUÁL CLASE MEDIA
De acuerdo con el cálculo del Consejo de Defensa de la Clase Media que encabeza el ex diputado priísta José Alberto Aguilar Iñárritu, ésta se encuentra en vías de extinción. Si en el año 2000 su número se ubicaba en 33 millones, es decir jefes de familias con ingresos entre 10 mil y 50 mil pesos mensuales, este año la cifra se ha reducido a 7 millones. Algunos de ellos pasaron al estatus de pobreza patrimonial. El escenario, calcula el organismo, se volvería más difícil de aprobarse el paquete económico planteado por el presidente Felipe Calderón, quien, en sentido contrario al de su homólogo en Estados Unidos, Barack Obama, está recargando el costo de la crisis en los mexicanos de ingresos medianos. La Casa Blanca impuso tributos en función de lo que ganan los contribuyentes.
La extinción, pues, está a la vista.