Lo dicho por el secretario de Gobernación, en el sentido de que en relación a la lucha contra el narcotráfico el presidente Felipe Calderón decidió sacar a México de una "zona de confort", es una expresión digna de análisis.
La declaración ocurre en respuesta a un cuestionamiento expreso de la prensa, que al difundirse en el escenario de un proceso electoral tendiente a renovar la Cámara de Diputados al Congreso de la Unión y cinco gubernaturas, ha sido objeto de una interpretación simplista a la luz de la lucha política, que tiende a crispar al de por sí turbulento ambiente de confrontación.
La afirmación de Manuel Gómez Mont corresponde a la verdad, sin que ello quiera decir que los Gobiernos que precedieron al actual hayan sido omisos de realizar las aprehensiones, decomisos, enjuiciamientos y extradiciones de los que da cuenta la estadística a ese respecto.
El Gobierno de Calderón empero, ha sido el único que ha emprendido una lucha simultánea contra la totalidad de los cárteles de la droga, en una confrontación de los distintos grupos del crimen organizado entre sí y con las fuerzas policiacas y militares que no tiene precedente, porque el fenómeno del narcotráfico amenaza con más fuerza que nunca la integridad de la sociedad y la soberanía del Estado.
La declaración de Gómez Mont en consecuencia, no tiene como única lectura la de expresar que ahora sí se están haciendo cosas que antes no se hicieron, sino la de reconocer que el enemigo a enfrentar es más letal y poderoso que antaño, porque se trata de una guerra internacional por el control del mercado de la droga que tiene lugar en suelo mexicano, como efecto nocivo de los procesos de globalización mundial que no hacen distingo entre el comercio legal y el ilícito.
Otra lectura obligada, implica reconocer que habiendo sido vislumbrada esta guerra contra el narco desde los días del relevo transexenal de Carlos Salinas a Ernesto Zedillo, los esfuerzos por depurar los cuerpos policiacos y coordinar los esfuerzos de los tres niveles de Gobierno en los temas de la seguridad pública y la procuración de justicia, se han visto frustrados por el encono partidista y en especial por el empeño de la Oposición priista, que cifra su regreso al poder en el fracaso del Gobierno en turno al costo que fuere.
En este sentido, la falta de voluntad de acuerdo político con miras a reformar el Estado en diversos rubros, como son el fiscal, el laboral, el energético, etcétera, llevado a los temas de seguridad y justicia que nos ocupan, se traduce hoy día en un rezago lamentable y vergonzoso que ha reducido las capacidades de Estado y Sociedad en los rubros indicados.
Por ello y sobrepasando lo dicho por el secretario Gómez Mont, la declaración de guerra contra los cárteles de las drogas y consecuente abandono de la llamada zona de confort, no ha sido para el Gobierno de Felipe Calderón una opción sino una respuesta ineludible y forzosa ante el avance de los grupos criminales infiltrados en el tejido social y en las estructuras del Estado.
Se ha dicho hasta la saciedad que esta guerra sólo podrá ser ganada por el Estado Mexicano, en la medida en que sea respaldada por la Sociedad en su conjunto. Hoy más que nunca es verdad este aserto, por lo que también para las familias mexicanas, la escuela, las iglesias, los medios de comunicación, los sindicatos, las asociaciones gremiales y profesionales o los clubes de servicio, es decir para todos nosotros, ha llegado la hora de abandonar la zona de confort frente al flagelo de las drogas.
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