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10 años

JULIO FAESLER

Hace 10 años México entró a un nuevo capítulo de su historia política y socioeconómica. La fecha, que coincide con las otras que se conmemoran este año, no ha pasado desapercibida para los comentaristas de prensa, radio y las tertulias de televisión. Es muy interesante revisar sus evaluaciones porque de ellas se desprende mucho de la psicología que subyace en el ánimo nacional en la coyuntura actual que se desenvolverá durante los próximos diecinueve meses.

Los discursos y las declaraciones hechas por el presidente Calderón en los últimos días, con motivo de los diez años de regímenes del PAN, uno frente a sus partidarios en el Auditorio Nacional y la otra, más reservado, ante empresarios y funcionarios, han dado origen a variados y muy encontradas reacciones.

Pese a que Calderón habló en abstracto de faltas y fallas del pasado, los priistas parecen haberlas reconocido como suyas. Lo que más les ha ardido es el que el presidente haya calificado de "tragedia" un regreso en 2012 a lo "antiguo, irresponsable y autoritario".

Las airadas respuestas de algunas figuras prominentes del PRI no se han cansado de recriminar lo que quieren interpretar como un ataque frontal a su partido. Las acusaciones han menudeado tildando al presidente de ostentarse descaradamente como líder de su partido en lugar de mantener una posición superior a la contienda política. Cierto comentarista, empero, festejó el que a diferencia de Fox, el presidente haya sacado la cara en defensa de su propia administración.

A Calderón, que comienza su último tercio, le está tocando aguantar las invectivas más aviesas lanzadas por el partido que lleva una década fuera de Los Pinos. La mayoría de las críticas que se enderezan giran en torno al clima de inseguridad y a la violencia que se han extendido a muchas regiones del país motivadas por la guerra que se libra contra el narcotráfico. Además, se le acusa de no remediar la parálisis legislativa que impide realizar las modernizaciones que urgen en las estructuras legales y económicas.

La trabazón a que han llegado las dos Cámaras legislativas ha estancado al país. Este factor es el trágico complemento de los desastres sociales como el de la educación que requieren más de una generación para subsanar.

Y es aquí donde hay que ver en perspectiva el estado del país y reconocer que, al lado de los problemas que nos aquejan, hay avances firmes que iluminan el camino. Algunos de estos datos están aflorando en estos singulares días de aniversarios varios y de previsiones electorales.

Algunos comentaristas están reaccionando a lo que parece ser la moda de nuestros días de atacar al Gobierno indiscriminadamente en la confianza de que la nota negra es la que mejor se vende. Hay, afortunadamente, muchos datos que sirven par enderezar y equilibrar la visión que hacemos del país.

Los índices de desarrollo humano favorecen a México por encima de Brasil, India o China, que son las grandes presencias al lado de la nuestra entre los países "emergentes". Los servicios de salud están más extendidos y en mejor calidad que otros países. La clase media ha crecido más vigorosamente en estos años que antes y representa nada menos que el 53% de la población. Algunas de nuestras universidades están entre las mejores del mundo y hay un buen número de becarios extranjeros que estudian en ellas.

El buen estado de la infraestructura financiera y bancaria no es, ciertamente, la que define la calidad de vida de un país, pero como, el dinero mismo, es un condicionante indispensable. La administración de Calderón ha tenido buen cuidado de controlar la inflación que este año será del orden de 5% para proteger el poder de compra de los salarios, limitar dispendiosos déficit presupuestales que para 2011 será del 0.7% del PIB, mientras que el Europa el promedio es de 13%, y de cuidar la paridad internacional del Peso para facilitar intercambios comerciales, mejorar el acceso al crédito para actividades creadoras de empleo. La creación este año de más de 900,000 nuevos empleos es buen indicio que irá aumentando a medida que se extiendan los apoyos a las industrias pequeñas y medianas.

Una de las acusaciones favoritas del PRI es que el crecimiento económico del país ha sido negativo en el gobierno de Calderón. De hecho, las administraciones panistas han sido más dinámicas que las recientes del PRI y hay que irse hasta hace 40 años con el desarrollo estabilizador para encontrar crecimientos mayores.

El saldo neto de la administración de Calderón es simple: el obstinado bloqueo legislativo perpetrado por el PRI y el PRD, su aliado en este propósito, ha impedido sistemáticamente la realización de las reformas indispensables y cuya falta están deteniendo al país. Esta semana el presidente ha pedido al Congreso definir con un sí o un no su voluntad de responder a su obligación de procesar las iniciativas que están pendientes en materia como consolidación de las policías, reformas en materia energética y laboral.

Es previsible que ni el PRI ni el PRD quieran hacerlo. Mejor apuestan a deteriorar el escenario en la esperanza de que ello les favorezca electoralmente. Creo, sin embargo, que el pueblo mexicano ya ha desarrollado suficiente criterio político como para no darles ese gusto.

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