Aunque en la perspectiva la posibilidad de una graciosa huida de Televisa frente a su compromiso de adquirir 30 por ciento del capital de Nextel la explicaría el hartazgo ante los mil obstáculos jurídicos para cerrarle el paso a la explotación conjunta de una red nacional de telefonía celular, lo cierto es que desde el inicio del proceso la firma pintó su raya.
De hecho, aunque se interpretó como una forma de presión frente al moldeable secretario de Comunicaciones y Transportes, Juan Molinar Horcasitas, a la mitad del proceso dejó en claro que habría sociedad sólo si se ganaba la red de tercera generación en la banda de 1.7 gigahercios.
Más allá, aunque alguna vez funcionarios menores de la televisora estuvieron presentes en las ruedas de prensa en que se fijaba la posición del consorcio frente a los amparos contra la Comisión Federal de Telecomunicaciones, por lo que se ubicaba como traje a la medida para éste en la confección de las bases de la licitación, la voz cantante siempre fue de Nextel.
En el escenario, ésta fue la única en dar la cara tras el albazo de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes para otorgar el título de concesión respectivo entre la oscuridad y las sombras, aprovechando lo que su director jurídico llamó "una ventana de oportunidad".
Peor aún, al día siguiente Televisa emitiría un enigmático comunicado de tres líneas en el que advertía, en las entrelíneas, que estaba valorando si se habían reunido las condiciones para mantener viva la carta de intención, es decir, pagar mil millones de dólares por el paquete minoritario de la telefónica de los Estados Unidos.
A partir de entonces, pese a su condición de empresa pública, ha mantenido un espeso silencio en torno a si se consuma o no el matrimonio, con la novedad de que en el camino regresó su viejo amor, la cadena de televisión de habla hispana más importante de los Estados Unidos, Univisión, a quien le compraría un segmento de su capital pagando mil 200 millones de dólares. La gran pregunta, naturalmente, es si los recursos salieron de la misma alcancía en que se guardaba la dote. Por lo pronto, está en la mesa una duda más urgente: ¿A qué jugó la firma de Emilio Azcárraga Jean en el proceso? ¿Se trató de hacer alarde de su poder al mover las fichas del tablero oficial a su antojo? ¿Se trató de darle un susto mayúsculo a su más poderoso rival en materia de telecomunicaciones, es decir, Teléfonos de México, a quien le han colocado uno y otro diques para competir en el negocio del video?
Más allá, ¿Emilio Azcárraga III no quiso cometer el mismo error de Emilio Azcárraga I, quien descuidó el nicho de la radio cuando se le abrió la posibilidad de la televisión?
¿Va a pelear sin socio por el espectro de 30 megahercios de la banda de 1.7 que se quedó sin opción de licitarse?
Lo cierto es que Televisa cabildeó ferozmente ante la Cámara de Diputados para que se avalara la posibilidad de condonarse el pago de los cargos por explotación de las redes de telefonía celular en las bandas de 1.9 y 1.7 gigahercios durante dos años, a riesgo de ser acusada de presionar hasta la asfixia a los legisladores.
Lo cierto, además, es que tras cubrir algo así como el enganche para su alianza con Nextel, se creó una empresa conjunta para pelear por el espectro en subasta, por más que al final del día, descubierta la maniobra contraria a las bases de licitación por Iusacell, el título de concesión salió a nombre de Nextel.
Lo curioso del caso es que, a juicio de los analistas de Banamex, la posibilidad de ruptura no provocaría una catástrofe para Nextel, por más que está comprometida a realizar inversiones por 23 mil millones de pesos para explotar la red de tercera generación.
Según ello, los mil millones de dólares que aportaría Televisa por 30%, los pondría en la mesa uno de sus socios proveedores, Huawei, quien amarraría así su relación de negocios en la expansión acelerada de la firma, cuya presencia en México prácticamente se limitaba a la comunicación vía radio.
Más aún, se aduce que la compañía estadounidense no tiene problema alguno de sobreendeudamiento.
Sin embargo, en el plan conjunto de negocios de ambas empresas, diseñado al firmarse la carta de intención para asociarse, se hablaba de sinergias con las filiales de Televisa.
El cálculo hablaba de incrementarse con el nuevo escenario entre 10 y 15% los ingresos de Nextel.
Por lo pronto, mientras se materializa en la Cámara de Diputados la posibilidad de juicio político al secretario de Comunicaciones y Transportes por el quebranto provocado a las arcas públicas, ya todo mundo habla sólo de un pleito frontal entre Nextel y Iusacell.
Televisa, pues, está fuera del ring.
BALANCE GENERAL
Consumada, finalmente, a contrapelo de lo dispuesto en la Ley de Inversiones Extranjeras, la venta del Servicio Panamericano de Protección (Serpaprosa) a la firma estadounidense Brinks, y de la empresa Grumer, también dedicada al traslado de valores, a la multinacional de capital español y argentino Prosegur, el Congreso está exigiendo cuentas a la Secretaría de Economía.
De hecho, el diputado Alfonso Navarrete Prida expuso hace unos días los casos en la tribuna, argumentando que las operaciones violan también ordenamientos relativos a la portación de armas de fuego.
Más aún, el presidente de la Comisión de Justicia de la Cámara de Diputados, Humberto Benítez Treviño, ha alertado de las acusaciones por presunto "lavado de dinero", tráfico de oro y armas que pesan contra Prosegur en Uruguay y Argentina.
De acuerdo a la Ley, las compañías de traslado de valores están reservadas al capital nacional. De hecho, aunque Brinks participaba con el 20% de las acciones de Serpaprosa, éstas se depositaron en un fideicomiso neutro establecido en Nacional Financiera.
El resto de la propiedad la mantenían 11 bancos, con énfasis en Bancomer.
Por lo pronto, el presidente de la Comisión de Justicia del Senado, Felipe González, les entregó ya un informe a todos los integrantes de ésta en el que se detallan las violaciones a las leyes mexicanas.
La exigencia inicial habla de cancelarles los permisos de operación a Serpaprosa y Grumer.
GRACIOSA HUIDA
Ahora resulta que la abrupta salida del banco Ixe del proceso de reestructura de las deudas de Mexicana de Aviación la provocó, entre otras cosas, la posibilidad de una nueva carambola que involucraría al secretario de Comunicaciones y Transportes, Juan Molinar Horcasitas, dado que su hermano Javier es el director general de la intermediaria.
La acusación hablaría de conflicto de interés, en un escenario en que Ixe reclamaba la condonación de parte de las deudas de Mexicana con el Gobierno.
Ahora que la apuesta, a su vez, del presidente de la cadena de hoteles Presidente, Ángel Lozada, era cubrir los flancos que pudieran involucrarlo en la responsabilidad, como segundo socio de la línea aérea, en la desaparición del fondo laboral de ésta, integrado con aportaciones de los trabajadores.
De hecho, la posibilidad de alegar que se trataba de parte del patrimonio de la empresa se desvaneció al haberse descontado el monto a los compradores de la línea aérea, encabezados por Gastón Azcárraga Andrade, al momento de cubrir el pago por ésta.
IUSACELL LA HIZO
Finalmente la firma de telefonía celular Iusacell logró un acuerdo con la mayoría de sus acreedores para reestructurar sus deudas.
Bajo el marco pactado, la empresa emitirá un título de deuda de largo plazo para garantizar el pago... y la continuidad de la operación.
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