En el ruedo se engalanan con el capote los matadores Arturo Gilio Hamdan, Marco Antonio Camacho y el aficionado práctico José Luis Orozco, quienes asisten con la capa a Jesús Niño.
Desde 1983 (27 años) no se veía una clase pública taurina en la Comarca Lagunera, en esta ocasión se vivió en el majestuoso escenario del Coliseo Centenario, que en sus tendidos recibía a numerosos aficionados a la fiesta brava.
Inicia la clase pública con la participación de los 16 alumnos de la Academia Taurina del Coliseo Centenario, quienes parten plaza en el ruedo del Coliseo Centenario. Sale de la puerta de chiqueros el becerro embravecido, y como muestra lo recibe con la capa Rafael Cortés, director de la academia, para luego ceder el lugar a los pupilos.
El más pequeño de todos, Miguelito, salta a la arena y con valor recibe a su enemigo aun cuando es desarmado y corre al burladero ante las palmas; el segundo, Andrés, en turno ejecuta varias verónicas del agrado de la gente; el tercero, Pepe Niño, a pies juntos y en los medios, ante carretada de aplausos.
Israel pega dos capotazos que le valen el reconocimiento; en su turno, la damita Itzel Hernández recibe y luego es desarmada, continúa intentando la suerte y el burel la derriba pero el ánimo no decae, recibe el apoyo del público y del director de la academia. En su turno, Arturo Gilio júnior pega enormes verónicas emulando a Morante de la Puebla. Finalmente Miguel pega un par de capotazos, ante las palmas se tapa en el burladero.
Cierra la clase pública el alumno más destacado de la Academia del Coliseo Centenario, Enrique Solís, recibe a un novillo cubeto de cornamenta que se distingue por su calidad, nobleza y bravura. Tanda de verónicas de recibo y rematando con media. Luego con el capote Enrique y Gerardo Solís ejecutan tres capotazos al alimón rematados con las palmas del respetable.
Armado, ejecuta muletazos por derecha, de uno en uno, terminando con pases ligados y templados, imprimiendo sentimiento, a pies juntos, con las botas clavadas en la arena.