"Nada en el mundo es más
Flexible que el agua. Pero
Cuando ataca lo firme y fuerte, nada puede resistirla porque nada puede cambiarla."
Lao Tzu
El agua tiene memoria. Podemos excluirla de algunos de sus terrenos naturales con obras de ingeniería, pero ella siempre busca formas de regresar, incluso en una región tan desarrollada, tan sobreconstruida, como el Valle de México.
El 3 y 4 de febrero se registró en esta zona una precipitación acumulada de 21 milímetros. Más de la mitad se concentró en apenas cuatro horas, de las 2 a las 6 de mañana del 4 de febrero. Cayeron 16.4 millones de metros cúbicos solamente en el Distrito Federal. Un sistema de drenaje construido para manejar 240 metros cúbicos por segundo se vio rebasado por un volumen de 1,130 metros cúbicos cada segundo.
Esta precipitación es inusitada. En los 22 años, de 1998 a 2009, en que la Ciudad de México ha mantenido registros ha habido 32 eventos de precipitación de 21 milímetros o más. Treinta y uno han tenido lugar en temporada de lluvias, la mayor parte en septiembre, pero sólo uno en temporada de estiaje: en un mes de marzo. Nunca en febrero se había registrado una precipitación de 21 milímetros.
La capacidad de desalojar esos 16.4 millones de metros cúbicos se vio limitada por el hecho de que el emisor central se encontraba en reparación desde enero. Precisamente porque ésta es una época de poca o nula precipitación, se aprovecha para darle mantenimiento al túnel. Actualmente se están realizando los trabajos para la construcción de un nuevo emisor, el oriente, el cual permitirá una mayor capacidad de desalojo de agua, pero la obra no quedará terminada hasta 2012.
Las zonas que actualmente se inundan en el Valle de México tenían en el pasado un sistema de lagos -Zumpango, Xaltocan, Texcoco, Xochimilco y Chalco- que fueron desecados en distintas etapas, primero por los españoles, a partir del siglo XVI, y más tarde por los gobiernos mexicanos del siglo XX. Había en estas obras un pecado de orgullo. El hombre sentía que tenía el derecho y la capacidad de modificar la naturaleza a discreción.
Sobre estas tierras despojadas a los lagos, el hombre construyó viviendas, fábricas, tiendas, calles y caminos. La mayor parte del tiempo quienes residen ahí no recuerdan que viven sobre el lecho de los lagos. Pero cada determinado tiempo se registran lluvias torrenciales que inundan el sistema de drenaje y hacen que el agua retorne a sus antiguos territorios. El agua tiene memoria.
Hoy sería imposible devolver a los lagos los terrenos que tenían en el pasado. No habría dinero en el país para compensar a los millones que viven en esas zonas por sus viviendas ni para pagar su mudanza a otros lugares. Esto nos obliga a seguir luchando contra la naturaleza.
Las obras de infraestructura que se han hecho para traer agua potable a la Ciudad de México, y para desalojar las aguas residuales o las que caen por precipitación, a través de grandes equipos de bombeo y enormes túneles emisores son hoy inevitables. Pero cuando el agua regresa cada determinado tiempo a los lugares que fueron suyos es difícil no recordar el error que se cometió hace siglos, cuando se pensó que el hombre podía impunemente desecar los lagos del Valle de México para dar a esas tierras una vocación distinta a la que tenían.
Los políticos buscan siempre echar la culpa a los demás. La Conagua panista ha señalado que informó al Gobierno del Distrito Federal perredista el 2 de febrero -un día antes- que se avecinaban fuertes lluvias. Pero el Sistema de Aguas de la Ciudad de México empezó a tomar medidas desde el 30 de enero para suspender la rehabilitación del drenaje profundo y bajar el nivel de los Lagos-Churubusco. Las lluvias, sin embargo, fueron excesivas. No sólo afectaron al Distrito Federal sino a Chalco, en el Estado de México, donde se desbordó por enésima vez el canal de la Compañía a cargo de Conagua.