Tenemos la responsabilidad de continuar la tradición de entretener, educar e iluminar al público, sin el cual, nosotros no existiríamos”. JUDI DENCH Actriz
No había una mejor elección, que la actriz británica Judi Dench, para hacer el pronunciamiento del Día Mundial del Teatro 2010 que hoy se celebra.
Dench ha interpretado todos los roles femeninos de Shakespeare, bueno, excepto la anciana nana de “Romeo y Julieta”.
Cuando cumplió 70 años, el reconocido director inglés Sir Peter Hall le dijo: “Es momento de que hagas a la nana”. Dench le respondió con un plato de sopa en la cara. Sopa caliente. Y no ha sido la única vez: “También le tiré una taza de té a mi esposo (el actor Michael Williams) y a mi suegra”.
En 2010 cumplirá 50 años de carrera. Medio siglo dedicada básicamente a hacer teatro, medio siglo en el que ha interpretado a las Reinas Victoria y Elizabeth, medio siglo que el diario The Guardian resume con un adjetivo: “ella es la Gran Dama del Teatro Británico”.
No es una casualidad entonces que ahora mismo actúe en “Sueño de una Noche de Verano” (la comedia de Shakespeare más representada en el mundo) y que su papel sea el de Tatiana, la Reina de las Hadas. Se da tiempo también para defender la Academia Nacional de Danza de Escocia en la que ella mismo estudió y que está en riesgo de ser vendida para construir una zona residencial, y de encabezar una campaña de protección de ardillas coloradas.
Y este sábado pronunciará el discurso del Día Mundial del Teatro en el que defiende su carácter educativo: “El Teatro (con mayúscula) es una fuente de entretenimiento e inspiración y tiene la capacidad de unificar muchas culturas diversas y personas que existen en diferentes partes del mundo. Pero el Teatro es más que eso y también provee oportunidades de educar e informar”.
La Dama de pocas palabras
En los años recientes, Dench ha participado en algunas películas de Hollywood que en principio parecen inadecuadas para la Gran Dama del Teatro Británico. Pequeñas apariciones en filmes con Vin Diesel, un papel mediano como la jefa de James Bond. Cuando le preguntan sobre estas decisiones, ella responde: “¿Por qué actuar con Vin Diesel? ¡Pues es Vin Diesel!”. Se rumoró que la paga había sido de 4 millones de dólares, pero la actriz británica lo niega con un simple: “¿Estás bromeando?”.
Esta actitud de pocas palabras es una constante en su relación con la prensa ya que de hecho, difícilmente concede entrevistas. Dicen que odia a los reporteros, que no soporta la estupidez y es intolerante con los desinformados.
“Sí, se puede decir que tengo mi temperamento. En la medida en que tengo más edad, me vuelvo más enojona, más apasionada”, declaró a The Guardian en una de esas raras entrevistas justo cuando fue nombrada presidente de la Feria del Libro de Chestelham, la más grande dedicada a William Shakespeare.
Una trayectoria impecable
En su carrera, Judi Dench ha ganado un Oscar a mejor actriz, nueve premios BAFTA, siete Laurence Olivier, dos Premios del Sindicato de Actores dos Globos de Oro y un Tony. Es decir, ha conquistado al público y a la crítica de habla inglesa de ambos lados del Atlántico: tanto en Inglaterra como en Estados Unidos.
Al recordar cómo fue que empezó esta aventura, inevitablemente rememora el legendario foro Old Vic: “Nunca dejé las ‘alas’ del Old Vic. Estuve ahí desde 1957 hasta finales de 1961 y nunca bajé a mi camerino. Solía quedarme todo el tiempo en el escenario y mirar, porque ésa es la única manera de aprender”.
No deja de ser sorprendente que el Oscar lo haya ganado por una aparición de ocho minutos en “Shakespeare in Love”, donde hace a la Reina Elizabeth en una secuencia en la que acude a una obra. Más sorprendente es la reacción del público poco acostumbrado a ir al teatro y muy educado en la cultura hollywoodense. Dench narra:
“La gente me pregunta si he hecho algo además de ser M en James Bond. Y yo pienso, ‘bueno, sí, algo además de películas en Estados Unidos’. Pero no es molesto porque entiendo que es otra generación. Mi nieto de 10 años es conocido porque su abuela conoce a Bond. Y espero que esos niños algún día vayan al teatro”.
Ése es el sentido de su discurso del Día Mundial del Teatro, que termina así: “Tenemos la responsabilidad de continuar la tradición de entretener, educar e iluminar al público, sin el cual, nosotros no existiríamos”.