El aire en la concentración de la Selección Mexicana, previo al duelo frente a Venezuela, se respiraba diferente, ya que en vez de ponderar el encuentro contra la selección vinotinto, la atención se centraba en la reunión que sostendrían jugadores y directivos.
El primero en llegar fue el técnico Efraín Flores con un dejo de nostalgia por cerrar su corto ciclo en el representativo nacional en medio de la polémica y el escándalo.
Le siguió el capitán del Tri, Rafael Márquez, quien acompañado de su representante, Enrique Nieto, dejaba al descubierto que el encuentro con Néstor de la Torre, director de Selecciones Nacionales no iba ser del todo agradable.
Y en ese mismo son desfiló la caravana de futbolistas que acudía al llamado del equipo mexicano. Los "europeos" más tensos y pensativos que los futbolistas del medio local.
Justino Compeán y Decio de María arribaron al Centro de Alto Rendimiento en el mismo vehículo, tal vez como símbolo de unidad ante la disputa entre los jugadores y Néstor de la Torre, cuya salida es una de las principales peticiones en la carta que los 13 jugadores sancionados enviaron al presidente y secretario general de la Federación Mexicana de Futbol.
CONFIANZA EN LOS JUGADORES El otro gran punto a discutir es si los jugadores participarían en el amistoso de este martes, ya que el propio Flores no se atrevió a asegurar que iba a contar con todos los convocados para ese duelo.
El todavía estratega nacional confiaba en que la reunión llegaría a buenos términos, por más intensos que parecían los sentimientos de los futbolistas hacia De la Torre.
Como principal encargado del banquillo tricolor, el estratega consideraba que podría jugar un papel importante en el encuentro, por lo que anticipaba cuál sería su táctica para ganar este partido, disputado fuera de la cancha.
"Cuando me vi involucrado en esta parte, voluntaria o involuntariamente, también representa una gran oportunidad para que le diga a ambas partes que hay una palabra mágica en todo esto: México", reveló. "Cuando uno la dice, tiene que dejar atrás muchas cosas que pueda uno tener en el corazón, negativas o positivas". Las que ayer parecían imposibles de ocultar para algunos.
HERMÉTICOS Y SIGILOSOS No había tiempo para sonrisas, ni nada parecido, no cuando el primer gran evento programado en esta concentración podría ser determinante para el futuro de muchos de sus elementos al interior del equipo nacional.
Eso explicó el hermetismo con el que muchos se reportaron a las órdenes de Flores. De los 20 convocados, Guillermo Ochoa y Enrique Esqueda fueron los últimos en llegar, debido a que unos cuantos minutos antes habían jugado con el América frente al Monterrey. La mayoría lo hizo de forma sigilosa, con el deseo de pasar desapercibidos. No lo consiguieron, los flashazos iluminaron el camino de sus automóviles.
Ya con todos los jugadores instalados, De la Torre apareció en el lugar. Inmutable, con cara de piedra, al igual que el resto de los protagonistas de una concentración atípica para la Selección.
El compromiso ante Venezuela pareció ser lo de menos, lo realmente importante fue poner las cartas sobre la mesa, frente a frente, como los futbolistas lo desearon desde el principio para comenzar a marcar el futuro de un conjunto que conocerá el nombre de su nuevo director técnico dentro de una semana.
Efraín Flores espera que los seleccionados actúen como profesionales. Ambiente raro en el Tricolor