Los goles de la victoria americanista fueron obra de Pavel Pardo, al minuto nueve, y del chileno Jean Beausejour, al 53. (Fotografías de El Universal)
México, Df. / América - Fue unos meses antes de lo habitual, pero ayer se celebró el Día del Padre en el Estadio Azteca. De nada valió que el calendario señalara la amorosa celebración por San Valentín, pues la paternidad que el América ejerce sobre el Cruz Azul cada vez luce más grande e indestructible, pese a las vicisitudes presentadas en el camino. Salvador Cabañas continúa en la disputa del cotejo de su vida. Las Águilas lo extrañan, aunque no demasiado si La Máquina está enfrente. Quedó demostrado.
La racha se alargó a 17 encuentros oficiales sin perder ante los Cementeros (11 victorias y seis empates). La oportunidad para romperla, que parecía inmejorable, fue desperdiciada por el equipo que dirige Enrique "Ojitos" Meza.
El 2-0 que presumieron las pantallas gigantes del Coloso de Santa Úrsula fue cruel para un conjunto que mostró corazón, pero careció de futbol, tal como le ha ocurrido en todo el torneo.
La fórmula crema no varió demasiado en relación a las últimas ediciones del llamado Clásico joven. Los nervios cruzazulinos fueron acentuados con un golpe certero y tempranero.
El "dardo" de Pavel Pardo (9') otorgó la tranquilidad necesaria a unas Águilas que se hicieron fuertes gracias a esa anotación y al recuerdo de un dominio que hasta a ellas mismas parece sorprender.
La principal apuesta del "Ojitos" pronto fue despedazada. Más allá de que el capitán americanista comprobó que mantiene la magia en la pierna derecha, el meta Yosgart Gutiérrez colaboró de manera importante para que el empate se rompiera. En la banca, José de Jesús Corona ni se inmutó con la falla del hombre que le arrebató la titularidad.
Fue entonces cuando comenzó el estéril control de balón de los celestes.
Gerardo Torrado y Cristian Riveros ganaron la batalla en el medio campo a Adolfo Rosinei y Pardo. De nada les sirvió. César Villaluz y Christian Giménez deambularon por el césped. Emanuel Villa, en la misma sintonía. Meza no aguantó más y modificó para el complemento. Otro intento sin resultados.
Maximiliano Biancucchi se perdió en la banda izquierda, mientras que el "Chaco", en una posición más cercana al "Tito", continuó sin desequilibrar.
Correr tras el balón cansa, pero fatiga más tenerlo y no ser productivo. A La Máquina le pasó, lo que explica que varios de sus elementos resoplaran constantemente durante los minutos finales.
El partido se tornó como le gusta a "Chucho" Ramírez: con el rival desbordado al ataque y dejando espacios en la retaguardia. Daniel Montenegro y Jean Beausejour aprovecharon uno para sentenciar el encuentro. Mientras el chileno festejó su tanto (53'), el estratega azul sólo atinó a meter las manos en los bolsillos del pantalón. Imagen tan triste como recurrente en la dolorosa hegemonía crema.
El principal verdugo de los celestes no participó, pero volvió a ser el motor de un equipo que se las ingenia para ganar sin él. Lo confirmó la efusiva celebración de Pardo, con dedicatoria especial a "Chava".
Como al Cid Campeador, al América le bastó la figura para librar la batalla. Se presentó mermado, pero tal vez el verdadero "muerto" viste de azul.
Los 360 minutos sin anotar refuerzan la teoría. Los Cementeros apenas marcaron un gol en el actual certamen, cosecha muy pobre para un conjunto que -en teoría- fue reforzado para terminar con la sequía de más de 12 años sin títulos de Liga.
Fue el Día del Amor y la Amistad, pero lo único que encontró La Máquina en el Azteca fue la dolorosa paternidad amarilla.
CRUZ AZUL