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Amor a la camiseta

¿Aprecias tu centro de trabajo?

Amor a la camiseta

Amor a la camiseta

Juan Manuel Torres Vega

Asumir el optimismo como estilo de vida y actitud fundamental ante cada ámbito de la existencia, incluyendo el laboral, es una decisión impostergable para quien busca disfrutar de sus días. Esta es la ‘camiseta’ y del amor a ella depende todo lo demás.

Aquello que entusiasma suele convertirse en motivo, impulso y sentido para vivir. Cualquier elemento de la realidad puede adquirir esa posición privilegiada. Si es alguien o algo saludable se incrementan las posibilidades de experimentar la dicha, la satisfacción y la plenitud, cualidades todas vinculadas a la felicidad como posición permanente (desde el ser) y alejadas de su concepción momentánea y pasajera (desde el estar). Esto es válido para todos los escenarios y en especial para ese que consume la mayor parte del tiempo de una persona adulta en edad productiva: se trata del trabajo.

LAZO QUE DIGNIFICA

Encontrar un buen trabajo es una bendición en todo tiempo, más aún en el contexto actual, marcado por la falta de empleo y el bajo poder adquisitivo del salario. Hoy el reto es múltiple, pues conseguir una ‘chamba’ no es suficiente, sino mantenerse en ella e impulsar el desarrollo organizacional integral para el propio individuo y el equipo de compañeros.

La expresión ‘buen trabajo’ se concreta en la actividad laboral que deja al sujeto satisfecho por lo que se entrega (la vida como creatividad y esfuerzo) y por lo que se obtiene (un ingreso, toda una gama de recursos psicológicos y la dignidad como ‘aquello que se acepta sin desdoro’). En ello se establece uno de los vínculos más significativos de la existencia, entre la persona y la empresa, sin importar si se es empleado o dueño.

Hacer lo que gusta o interesa es el primer elemento, hacerlo en un lugar adecuado y con el clima propicio es el segundo, cederlo todo es el tercero y el más importante de todos, porque da sentido, unión y fortaleza al conjunto. Cada elemento mueve a ‘ponerse la camiseta’. Siguiendo la secuencia: por el oficio o la profesión, por la empresa o sus instalaciones, por sí mismo y por quienes caminan al lado (familiares, amigos y compañeros). Recibir es la consecuencia de cada elemento: la calidad del trabajo realizado, el renombre de la organización en turno, el ingreso y el cansancio por la entrega total. Dar todo de sí consiste en asegurar la propia base física y psicológica en un plano saludable, derramar lo bueno sin agotar el manantial, terminar cada día con un desgaste dentro del rango personal de recuperación, para lograr descansar y reiniciar el ciclo al día siguiente. La ‘camiseta’ es necesaria para orientar al individuo, identificar el horizonte y encontrar la senda que conduce más allá.

TAMBIÉN LA EMPRESA INFLUYE

Unidad que se concreta en los empleados, los procesos, el clima laboral y los resultados. La empresa también requiere contribuir a la hechura de la ‘camiseta’. En ella graba con orgullo a su gente: dueños, plantilla de trabajadores, clientes y comunidad. Su vocación es servir al cliente a través de lo que hace, arriesgar mediante la innovación, agradecer con todas sus ganancias y derramar también lo bueno de sí en cada producto o servicio. Nadie es indispensable para ella, necesita un gerente pero no a este gerente, de ahí que la permanencia amerite lograr la calidad esperada y aspirar a más. El entorno así lo marca y llega a exigirlo so pena de que la prenda se quede sola, sin persona o empresa que la porte. Entonces decimos del cierre o de la quiebra.

‘Ponerse la camiseta’ es velar por todos: al planear desde los recursos disponibles, al remunerar con equidad y en el momento acordado, acompañar en toda situación, informar con transparencia, felicitar por el camino andado y los frutos conseguidos. Con semejante nivel de entrega, la posibilidad de hundirse es mínima y la de llegar a buen puerto es máxima.

Cuidar los detalles de la ‘camiseta’ es un arte que se perfecciona con prudencia: al momento de decidir, de asignar un sueldo o un puesto, promover la disciplina, negociar cualquier aspecto, y aceptar las consecuencias.

El riesgo se encuentra en todo apego, en la experiencia de aferrarse a un individuo o a un puesto. Cuando el lazo se convierte en nudo ciego todo el contexto es asfixiante y el encanto se termina. Adaptarse al infierno es posible mas no recomendable. Una ‘camiseta’ se usa mientras quede a la medida, sea elegante y conserve sus colores y textura. Ni la persona ni la empresa están llamadas a la resignación que enferma por medio del rencor, la venganza y la muerte radical, con el sello de una lenta y muy dolorosa agonía.

APRENDICES PERMANENTES.

El compromiso se aprende y su primera clase tiene lugar en la familia. Los hechos vividos y el testimonio obsequiado son la evidencia que se guarda para siempre y se refleja en todo, incluyendo la forma en que se aprecia el trabajo. Las primeras lecciones son importantísimas y perfectibles. Sin embargo, el cambio es posible y paciente, unas veces intempestivo como huracán, en otras ocasiones sutil como una brisa suave.

Cada ser humano nace sólo con su piel y la vida irá regalando oportunidades para diseñar esa ‘camiseta’ que se porta con orgullo, a la que se ama y por la que vale la pena entregarse totalmente (sin sobrepasar los límites que agotan al manantial). No hay persona ni empresa terminadas, todas permanecen abiertas a la novedad del contexto. La condición es mantener alejado el acto de aferrarse. Un estilo optimista mantiene la esperanza y ésta llega a transformar lo improbable. Se puede cambiar de ‘playera’, a veces para tirarla con desprecio, a veces para renovarla con la gloria, siempre para guardarla en la frescura del recuerdo.

Correo-e: juanmanuel.torres@lag.uia.mx

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