Hace poco tiempo, desempolvé un pequeño e interesante documento donado al Archivo Histórico Juan Agustín de Espinoza de la UIA-Torreón. A propósito del mes del "amor y la amistad", quisiera compartirlo con ustedes, con el fin de observar la historicidad de las relaciones amorosas. Las cartas revelan los drásticos cambios que han ocurrido, en menos de una centuria, en la construcción de los vínculos de pareja. El documento consiste de ocho cartas intercambiadas entre Jesús y Luisa, jóvenes que iniciaron una relación en 1924, en la zona de San Pedro de las Colonias, y concluyeron en matrimonio unos meses después.
Al parecer las ecuaciones se han modificado: las parejas contemporáneas, las más modernas, se conocen, salen una o algunas veces, tienen relaciones sexuales y después, eventualmente, uno puede anunciar al otro, con cierta timidez, que lo quiere. El pudor que se experimenta ya no reside en el sexo, sino en el sentimiento y éste se desarrolla después de la convivencia o cohabitación. Por lo contrario, antaño las parejas se miraban, manifestaban con "caras y gestos" que se gustaban o enamoraban y se enviaban cartas en las que se expresaban esos sentimientos. Posteriormente, venían los arreglos del matrimonio, se casaban y entonces, tenían relaciones sexuales. También las personas que intervienen en una y otra época histórica se han modificado: mientras que hoy los y las jóvenes sólo toman en cuenta su propia decisión para iniciar una relación, antiguamente, el acuerdo para que una mujer pudiera vincularse amorosamente con alguien tenía que ser asentido, especialmente, por el padre.
Veamos cómo inició el galanteo de Jesús hacia Luisa, para expresarle sus sentimientos (he modificado la redacción y ortografía originales de la carta para que pueda entenderse más fácilmente):
Señorita Luisa Ch.
Muy atenta y distinguida dama:
Tal vez la vista de esta carta en sus manos cause impresión a Ud, señorita, por ser de la manera tan inoportuna como hago llegar a sus manos esta carta, pero suplico me dispensará el atrevimiento.
Como Ud. comprenderá, los deseos de saludarla siquiera, aun cuando no me lo es permitido... pero una fuerza mayor me obliga a declarar a Ud. un amor firme que le profeso hace tiempo. Mas no sé si seré comprendido; yo desearía me permitiera explicar en términos más claros los deseos que tengo de saber una palabra de su boca; no sé si al hacer esto me equivoque y vaya a ofenderla por dirigirme a Ud. en esta forma, por lo que espero tener contestación a esta carta que de Ud. depende mi felicidad y tal vez la suya.
Quien la ama ya, Jesús S.
Luisa le contesta brevemente a Jesús en términos que, para nuestra época, serían considerados "fríos", pero que en el horizonte de ese momento resultan cálidos, como lo asumirá el pretendiente en una carta posterior hacia su "amada". Por supuesto que Luisa le pide a Jesús que hable con su padre para pedirle permiso de iniciar la relación.
Señor Jesús S.
Enterada de su carta de Ud. le dirijo ésta para manifestarle que estoy muy agradecida de su solicitud, pero no sabiendo yo la voluntad de mis padres, no puedo contestarle nada. Por tal motivo debe Ud. dirigirse a ellos que de ellos tendrá la contestación de mi voluntad...
Su S.S. Luisa Ch.
Como sabemos, la figura del padre, desde mediados del siglo XIX hasta muy entrado el XX, jugará el papel de máxima autoridad hacia el interior de la familia. El padre establecía todas las normas y reglas; en muchas familias se le hablaba de "usted" en señal de respeto, tenía el lugar preferencial en la mesa (la cabecera), se le atendía cuando llegaba de laborar del mundo público, etc. Algunos historiadores señalan que se vivía en pequeña escala lo que sucedía en el exterior, es decir, los ciudadanos debían "respetar y asumir la autoridad de quienes gobiernan". De ahí que en este contexto, cualquier acontecimiento familiar tenía que ser aprobado por el papá. Esto es evidente en la tercera y cuarta epístolas entre Jesús y Luisa:
Srita. Luisa Ch.
Acabo de recibir su muy grata y cariñosa cartita, cosa que bastante satisfacción ha producido en mi alma al tener la dicha de su atención.
Pues me dice Ud. en su apreciable, que acoge con gusto mi solicitud de lo que le estoy muy agradecido, pero yo desearía saber en qué condiciones desea Ud. les comunique esto a sus estimados padres. Me dice que de ellos depende su voluntad, mas no sé si sólo sea para entablar relaciones con Ud. o en otra forma; porque mire Luisita, yo al dirigirme a Ud. es con la sana y firme intención de hacerla feliz si corresponde al amor que yo le profeso. Si únicamente lo que lamento es no tener la dicha de entrevistarme con Ud, pero espero tenga la bondad de decirme en qué forma me es dable hacerlo sin lastimar en lo más mínimo el honor de su familia, así es que quedo en espera de su contestación para proseguir mis intenciones esperando me sea más franca.
Quien ama a Ud. ya.
Jesús S.
Como se observa en esta tercera carta, la pareja todavía no ha tenido comunicación alguna y ya Jesús le está pidiendo a Luisa que le diga qué tiene qué decirle a su padre para permitirle iniciar la relación. Ella le contesta lo siguiente: "En contestación de su apreciable carta, le dirijo la presente para manifestarle que no estando acostumbrados entre nuestras familias a hacer relaciones anticipadas de ninguna naturaleza, le aviso a Ud. para que cuando lo tenga a bien y desee tomar mi mano para esposa, se dirija a mis padres en debida forma, que de ellos tendrá la contestación según mi voluntad".
Así, Luisa le dice a Jesús que la única manera en que pueden iniciar un vínculo amoroso es a través del matrimonio y de la comunicación de esta decisión a su padre. Él así lo hace en la cuarta misiva. La dirige a Don Liberato, padre de Luisa, quien le responde lo siguiente: "... debe Ud. ponerlo en conocimiento de sus papás para que ellos sean quienes se dirijan a mí en la forma que a ellos incumbe. Quienes tendrán la contestación debida según el dictamen de mi hija, en pleno acuerdo con nosotros. Ninguna otra forma podré aceptar; desde luego que el sistema moderno no es aprobado por nosotros...". ¿A qué se refiere Don Liberato con el sistema moderno? Seguramente a lo que se venía propugnando desde principios del siglo XX: algunas mujeres e incluso varones que estaban a favor de las ideas feministas, venían propugnando desde principios del siglo XX por la libre elección de pareja, sin la intervención paterna, que algunos denominaron "amor libre".
En las siguientes misivas, los padres de ambos se comunican por carta para arreglar los preparativos del matrimonio. Luisa y Jesús finalmente se casaron en abril de 1925. Sabemos que la relación llegó a buen puerto, porque guardaron estas cartas y sus familiares las donaron generosamente al archivo. Parece que entre ellos y nosotros no han transcurrido sólo 86 años --la vida de cualquiera de nuestros abuelos- sino años luz. Su relación nos pone a pensar en todos los elementos que han sufrido cambios radicales: la vida al interior de la familia, los cambios en la figura del padre, la manera en que se relacionan las parejas, el papel de las cartas (quizá sustituidas hoy por el chat en Internet), la visión del matrimonio, los personajes que intervienen en la consecución de las relaciones amorosas... Un pequeño documento que da mucho para iniciar una interesante discusión en la familia o con los amigos, que nos aleje de las tribulaciones del día a día y que nos permita constatar que nada es eterno, todo es histórico y mutable.
Lorellanatrinidad@yahoo.com.mx