Perseverante. Karla Abigail Franco Acosta es una niña perseverante y aplicada en la rehabilitación que recibe en el CRIT.
Asistir al CRIT también ha ayudado a su familia ver las cosas de manera diferente
María de Jesús Acosta aprendió una gran lección cuando su hija, Karla Abigail Franco entró al jardín de niños y fue recibida con gusto y alegría por sus compañeros de salón.
La madre dice que se rehusaba a que la niña fuera a la escuela regular, porque, según refiere, "las generaciones anteriores crecimos con una percepción diferente de la discapacidad y yo tenía mucho miedo de que mi hija fuera rechazada o escuchara un mal comentario".
Por causas que se desconocen, a Karla Abigail no se le formaron completas sus piernas; algunos médicos explicaron a la madre que quizá su diabetes había sido el motivo, aunque sin tener la certeza de ello.
Ahora, la joven madre refiere que era mucho mayor el miedo a que su hija sufriera rechazo en la escuela, pues ocurrió todo lo contrario y de hecho ingresar al preescolar le ha servido mucho a la niña para socializar, hacer nuevos amigos y estar integrada a la actividad educativa.
Karla dice que lo que más le gusta del jardín de niños es la plastilina, hacer recortes y pegarlos en los cuadernos. Sus maestras la consideran muy inteligente.
De dos a tres veces a la semana, Karla Abigail también acude a las terapias en el Centro de Rehabilitación Infantil Teletón (CRIT), donde en el área conocida como la "Casita" ha aprendido a ponerse las calcetas, a vestirse sola y realizar múltiples actividades que antes no desarrollaba.
También se le brinda mecanoterapia, una de las áreas de la medicina física cuyo objetivo es dar flexibilidad y mejorar arcos de movimiento y equilibrio.
Esto contribuye a que los niños y niñas puedan tener un desarrollo óptimo de las actividades físicas y funcionales.
En dicha área la pequeña se esfuerza por aprender a subir y bajar escalones, pero principalmente que la falta de sus miembros inferiores no debe ser impedimento para moverse de un lugar a otro y llegar a ser independiente, señala María de Jesús.
La familia también ha tenido que aprender cosas nuevas: asimilar la discapacidad de su hija, aceptarlo y, sobre todo, apoyarla en todo lo que ella necesite para salir adelante e integrarse a la sociedad.
"Reconozco que al principio fue díficil, pero venir aquí (al CRIT) nos ha servido para ver las cosas de manera diferente, con aceptación y mucha satisfacción de que para nuestros hijos no debe haber límites ni imposibles", señala.
La madre de Karla expresa que en la medida en que su hija ha desarrollado sus capacidades se ha dado cuenta que puede llegar muy lejos si ella se lo propone, pues es una pequeña muy perseverante y sabe luchar por lo que quiere.
A la vez refiere que su experiencia ha servido para reconocer que existen niñas y niños con problemas mucho más severos, en los que ellos y sus familias deben hacer esfuerzos extraordinarios por salir adelante e integrarse a la sociedad como cualquier otra persona.
La familia Franco Acosta está muy contenta porque dentro de poco Karla podrá tener unas prótesis que le servirán para desplazarse libremente con el apoyo de un andador.
María de Jesús dice que la atención que se brinda en el CRIT es de gran nivel, pues tienen muchos equipos y la mejor tecnología, todo a cambio de pequeñas cuotas que no significan nada comparadas con el progreso y el avance que los pequeños muestran al poco tiempo.
"Hay muchos pequeños que necesitan este tipo de apoyo, ojalá siempre lo tengan como nosotros".
