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Viaje Papal

LUIS FERNANDO SALAZAR WOOLFOLK

Esta semana el Papa Benedicto XI emprende un viaje a Chipre, isla del Mediterráneo políticamente dividida entre una mayoría griega de religión ortodoxa, y un bastión musulmán al norte, sostenido por treinta y cinco mil soldados turcos desde 1974.

El viaje tiene por objeto fortalecer los lazos entre la Iglesia Católica y la Ortodoxa Griega, separadas en virtud de un cisma milenario más jurídico que doctrinal.

El Papa no planea visitar la parte de la Isla en la que se encuentra la presencia turca, y ello ha dado pie a especulaciones tanto sobre la pertinencia diplomática del viaje, como respecto a los peligros que acechan para la integridad física del Pontífice.

Las prevenciones sobre el particular parten de la Conferencia que dictó el Papa en la Universidad de Ratisbona el 12 de septiembre de 2006, que en forma indebida es citada desde entonces por algunas voces estridentes como un desacierto del Santo Padre.

La Conferencia fue dictada en un congreso sobre Fe y Razón, causando escozor los señalamientos del Papa sobre ciertas posturas que basadas en una interpretación sesgada del Corán, generan una teología que concibe la sumisión a Dios desde un punto de vista político, que legitima a los extremistas a imponer la religión de Mahoma a todos los pueblos de la Tierra, por medios violentos y por tanto inadmisibles a la luz de la razón.

De la postura anterior deriva la justificación de la Yidah o guerra santa en la que los extremistas se inmolan en ataques suicidas que causan la muerte de personas inocentes, amenazando incluso a musulmanes moderados que siendo pacíficos y respetuosos de la diversidad de credos, son considerados traidores por los fanáticos.

La mayoría de los comentarios mediáticos sobre la Conferencia de Ratisbona explota el morbo, al tiempo que soslayan que provocó una reacción favorable entre los sectores islámicos moderados, que ha propiciado un diálogo fructífero.

Desde luego la visita de Benedicto XVI a Turquía programada en aquellos días se llevó a cabo, porque se trata de un país que cuenta con un sistema político secularizado y como tal, el Gobierno Turco entendió el mensaje en su adecuada dimensión cristiana, que manda dar al César lo que es del César y dar a Dios lo que le corresponde.

En segundo término, la Conferencia de Ratisbona produjo como reacción la carta abierta dirigida a Benedicto XVI por ciento treinta y ocho líderes musulmanes de cuarenta y tres países, en la que los firmantes eluden toda polémica y centran su exposición en tres convicciones compartidas por Cristianos y Musulmanes: "Dios es único, Dios nos ama y Dios nos llama a amar a nuestro prójimo".

El Papa acogió la carta de los dignatarios musulmanes como una invitación al diálogo no desde la perspectiva de la discusión teológico doctrinal, sino de la práctica de una ética común que fecundice la convivencia humana, que fortalezca la identidad propia de cada interlocutor aceptando la diversidad de la otra parte, sin ceder a ni al relativismo ni a la intolerancia.

El diálogo ha rendido frutos entre otros, la visita del Rey Saudí Abdullah al Vaticano el 6 de noviembre de 2007, la invitación a Benedicto XVI hecha por el Muftí de Siria Ahmad Badr El Dín para que visite ese país, y la creación del Foro Católico Musulmán que constituye un espacio permanente de contacto sostenido, en el que participan veinticuatro líderes de cada parte, que incluye tanto shiitas como sunnitas en el capítulo musulmán.

Como se ve, no existe ningún motivo para considerar riesgosa y menos aún fracasada la política pontificia de acercamiento con el Islam y por ende, la visita que hace Benedicto XVI a los Cristianos Ortodoxos Griegos de Chipre en estos días, está muy lejos de provocar una tormenta diplomática con los turcos musulmanes.

El riesgo y el peligro existen, no en virtud de la inmensa mayoría de los musulmanes que alientan sentimientos de paz y de fraternidad, sino en función de los fanáticos de la guerra santa o Yidah, que a partir de una teología reñida con la razón, son una amenaza para el Mundo.

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